La emigración de mexicanos a Estados Unidos está inextricablemente ligada al retorno, sea éste forzado o voluntario. Sin embargo, por mucho tiempo se priorizó el estudio de la emigración, de los que se iban y, en cierto modo, se descuidó el estudio de los que retornaban, aspecto que en la actualidad ha sido subsanado por un buen número de investigadores abocados a estudiar a los retornados desde diferentes perspectivas.
En la mayor parte del siglo XX, hasta mediados de 1990, predominó una migración circular de ida y vuelta, de tipo voluntario a la que añadían retornos forzados de indocumentados. También se dieron procesos de deportación masiva a lo largo del siglo, 1921, 1929-1934, 1939, la llamada operación espalda mojada de 1954 y la más reciente deportación de 2008, con la crisis económica durante el gobierno de Barack Obama.
Paradójicamente, la retórica de la deportación masiva llegó a niveles excepcionales, durante la administración de Donald Trump, pero en la práctica no se concretó, debido al repunte de la economía y la necesidad de contar con mano de obra.
En la actualidad, el nuevo patrón del perfil del migrante retornado, se caracteriza, en primer lugar, por su heterogeneidad, como se apunta de manera acertada en el libro Derechos fragmentados. Acceso a derechos sociales y migración de retorno a México, editado por Silvia Giorguli y Andrea Bautista, con la colaboración de una docena de especialistas, publicado recientemente por el Colmex y la CNDH.
Una colaboración relevante, entre una institución pública y una académica, que resulta ser una verdadera rareza en estos tiempos de austeridad republicana, pero que al mismo tiempo, pone en evidencia la pertinencia de este tipo de colaboraciones para diagnosticar nuevas tendencias de los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales y ajustar las políticas públicas a nuevos contextos y requerimientos de la sociedad mexicana, que incluye tanto a los que se quedaron, como a los que se fueron o retornaron.
Si bien la heterogeneidad del patrón de retorno actual es su característica principal los diferentes capítulos del libro permiten delinear ciertos rasgos del perfil actual, que ciertamente es diferente al del retornado del siglo XX.
Un primer rasgo es el retorno de migrantes individuales, preponderantemente masculinos, en edades productivas que van de 15 a 64 años, que suelen estar mayormente expuestos a la deportación, que las mujeres.
En segundo término, hay un sector importante de retornados que lo hacen de manera familiar, como un proceso de reunificación familiar, dado el retorno forzado del jefe o la jefa de familia.
Este último rasgo acarrea el retorno de hijos de mexicanos, quienes se distinguen por ser binacionales y bilingües. Es una población estadísticamente relevante, dado que son más de 500 mil menores que tienen problemas de documentación, inserción en el medio escolar y acceso a servicios básicos. En el caso de los jóvenes, que emigraron de pequeños con sus padres y fueron deportados, los llamados dreamers que comparten el rasgo del bilingüismo y además muchos pueden considerarse como biculturales.
Otro rasgo relevante del perfil de retornado es su estancia prolongada en Estados Unidos. Cerca de 75 por ciento de la población migrante tiene más de 15 años viviendo y trabajando en territorio estadunidense. En estos casos la deportación resulta ser particularmente dramática.
En efecto, los migrantes de larga estancia que son deportados sufren un triple desarraigo, por haberse visto obligados por las circunstancias a dejar el terruño, por ser arrancados de su lugar de destino donde trataron de echar raíces, formar una familia e integrarse al mercado de trabajo y a la comunidad. Finalmente, por verse obligados a reintegrarse a una patria que ya les resulta lejana, donde carecen de redes sociales fuertes y donde perdieron ciertos recursos que facilitan la sobrevivencia.
Por último, su condición de retornados y especialmente la de deportados, los coloca en una situación desventajosa para el acceso a recursos sociales básicos, como la documentación, salud, educación, trabajo, vivienda y deberíamos también incluir jubilación o retiro, dado que millones de trabajares indocumentados pagaron impuestos en el otro lado y no devengan derechos ni en Estados Unidos ni en México.
En síntesis, podríamos delinear el perfil, de este nuevo patrón de retorno, con seis rasgos: 1. Retorno individual, preponderantemente masculino, de personas en edad laboral, 2. Regreso familiar, que incluye a hijos de mexicanos, que son binacionales y en su mayoría bilingües, 3. Retorno de migrantes con prolongada estancia en el lugar de destino; lo cual les acarrea un triple desarraigo, 4. Los retornados tienen dificultades para integrarse a la hora del retorno y tienen limitaciones serias en el acceso a recursos básicos como salud, educación, trabajo, vivienda y retiro.