Sara Herrera encontró al hombre oculto entre matorrales y listo para saltar al vacío. Su intervención evitó un suicidio. Al menos dos personas intentan a la semana quitarse la vida desde los puentes de la capital de Ecuador.
La sicóloga, de 29 años, es parte del equipo municipal que monta guardia en el puente sobre el río Chiche, de 315 metros de largo y 130 de altura.
Por suerte, ese día ella se percató de que un perro se internó entre los matorrales, como siguiendo un rastro. En medio de una fuerte lluvia, recuerda que caminó hacia ese lugar y halló al sujeto que lloraba desconsolado junto a una botella de licor.
Con otro colega, un paramédico y un agente metropolitano, se acercaron con cautela y luego de tres horas disuadieron al hombre y lo llevaron a contención emocional. Entre mayo y lo que va de septiembre en los puentes sobre los ríos Chiche y Gualo se han evitado 36 intentos de suicidio.
En ese mismo periodo, dos personas se lanzaron, según la dependencia que impulsa el programa Somos puente de vida. Los equipos de reacción están en unas cabinas blancas que cuentan con camilla y botiquín y recorren cada extremo de la zona. En este año en el país se han reportado 300 suicidios y 508 intentos.
“Las estadísticas en Quito han determinado que en el puente del Chiche y el del río Gualo se encuentra la mayor cantidad de casos”, comenta Francisco Viteri, secretario de Salud del municipio. La mayoría son hombres.
En el Chiche, mensajes anónimos también intentan persuadir a quienes se acercan. “Hoy no es un buen día, pero te prometo que mejorará”, dice un aviso adherido a la estructura de hierro.
Sin carriles peatonales, el puente vibra con fuerza al paso de los camiones. La sola vista hacia la quebrada marea.
En Ecuador, con 18 millones de habitantes, la tasa de suicidios es de 6.9 por cada 100 mil personas, indicó el ministerio de Salud. En 2021 registró mil 237 casos, en su mayoría hombres.
Viteri precisa que en general “8 por ciento de quienes toman esa decisión optan por una precipitación de altura. La mayor parte de eventos suicidas se realizan en el entorno del hogar”.
Por eso, el trabajo de los sicólogos incluye entregar información a transeúntes sobre cómo reconocer conductas de riesgo y cuándo buscar ayuda profesional. Por lo general, familiares de quienes intentan suicidarse en los puentes no quieren hacerse cargo de la persona cuando es llevada al hospital.
De ahí que educar a las familias y comunidades sea importante, apunta Viteri, “ya que los servicios de siquiatría y sicología del ministerio de Salud no tienen toda la capacidad operativa para responder”.
Las sicólogas coinciden en que durante sus rondas en el puente se han encontrado con personas que se detienen en las pequeñas cabinas sólo para buscar a alguien que las escuche.
Afp