Los sistemas educativos de América Latina y el Caribe enfrentan una “encrucijada decisiva” ante nuevos y viejos desafíos que se agudizaron tras las pandemia de covid-19. Organizaciones de Naciones Unidas advierten que en la región se presenta un estancamiento tanto en cobertura de educación primaria y secundaria, mayor desigualdad en el acceso a la educación superior y un claro deterioro de los aprendizajes alcanzados por los alumnos, tendencia que ya se identificaba desde 2015.
En el lanzamiento del informe La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe. Informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030, especialistas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), de la Oficina de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), reconocen que la crisis económica en la región ha tenido un efecto negativo en el financiamiento a la educación.
En el marco del Día Internacional de la Alfabetización, Alejandro Vera, jefe de la Sección de Monitoreo y Planificación de la oficina regional de la Unesco, destacó que hay señales de alarma en diversos indicadores educativos, pues el acceso a la educación primaria y secundaria “hay una evidente desaceleración” que rompe con la tendencia de los últimos 20 años.
La tasa bruta de matrícula, indicó, ha dejado de crecer, pese a que aún se encuentra lejos de la universalidad, pues se mantiene en promedio entre un 75 y 80 por ciento. Lo mismo ocurre, explicó, en la tasa de egreso de la educación secundaria, donde se ha reducido el egreso.
Otro indicador clave que se mantiene a la baja son los aprendizajes. Indicó que el porcentaje de estudiantes que alcanza las competencias mínimas en primaria, no se ha modificado en los últimos 10 años. “En todas las asignaturas evaluadas hay un estancamiento, no hay cambios en los resultados de aprendizaje entre el 2013 y 2020”.
Respecto a la educación superior, si bien se reconoce que la cobertura se incrementó de forma sustancial al pasar de 11 a 29. Millones de alumnos en las últimas dos décadas, este incremento también estuvo acompañado de un aumento de la brecha en el acceso, es decir, cuando se analiza por quintil de ingreso de las familias, los de más bajos ingresos tienen mayores dificultades para cursar estudios universitarios, frente a los estudiantes de familias ubicadas en los quintiles de ingreso más alto. A lo que se suma una mayor brecha de género.
Al respecto, Alberto Arenas de Mesa, director de la División de Desarrollo Social de la Cepal, reconoció que hay una crisis social prolonga en la región, donde el número de personas en condiciones de pobreza y de pobreza extrema se incrementó considerablemente tras la pandemia de covid-19.
En este contexto, destacó que las deudas históricas en materia de acceso y calidad de la educación, “han sido más evidentes que nunca. Se requiere invertir en educación, pero en una senda distinta a la que se tenía en la región, o no vamos a poder impulsar nuestra recuperación ni alcanzar las metas planteadas. Los países deben priorizar el financiamiento educativo, lo que demandará acuerdos políticos y pactos sociales y hacendarios para sostener el crecimiento del sector”.
Respecto al financiamiento de la educación, 15 países de América Latina y el Caribe redujeron su inversión pública en educación desde 2015. Este estancamiento se acrecentó con la crisis de la Covid-19, que solo en 2020 implicó una contracción económica del 7.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Entre 2015 y 2019, el gasto educativo como porcentaje del gasto público total cayó del 16.1 al 15.4 por ciento en la región y, en relación al PIB, cayó del 4.5 al 4.3 por ciento.
El reporte, elaborado en colaboración de las tres agencias de Naciones Unidas, analiza los sistemas educativos y sus principales indicadores en el periodo 2015-2021, e identifica cinco grandes tendencias regionales.