Adán Augusto (AA) López Hernández ha hecho algunas pausas en su comportamiento de corcholata 2024 para ponerse en modo de secretario de Gobernación y realizar figuraciones toreras ante Alejandro Moreno Cárdenas, autodenominado Alito, y Ricardo Monreal, el zacatecano.
En el caso del ex gobernador de Campeche y actual presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), un “saludo de cortesía” de AA, con aire de apapacho y confidencia, durante unos segundos del pasado 1º de septiembre en San Lázaro, fue interpretado ahora como un adelanto de entendimientos primorosos reflejados en la postura priísta de facilitar la continuidad militarizada de la Guardia Nacional (GN) mediante una cómoda extensión por cuatro años de un artículo constitucional transitorio.
La alfombra tricolor, convertible en blanco GN y verde olivo Sedena (¿quién pondrá el rojo?), colocó a punto de quiebre el proyecto empresarial-partidista llamado Va por México, a tal grado que el gerente general, Claudio X. González, se vio obligado a girar un tuit ejecutivo advirtiendo que la alianza PRI, Acción Nacional (PAN) y Lo Que Queda del PRD (Partido de la Revolución Democrática) es “INDISPENSABLE” (con mayúsculas en el original, adjetivo repetido cuatro veces en un solo mensaje).
Por lo pronto, Alito y su aliado interno al acecho, Rubén Moreira (coordinador de los diputados federales priístas), se permitieron ayer el lujo de hablar “a nombre del pueblo de México”, invocar una presunta vocación de servicio a “las mejores causas” nacionales y regodearse en asegurar que la alfombra al morenismo, antes mencionada, no obedece a pactos o negociaciones, sino a una histórica determinación de siempre ver “por el bien de México” (¡oh, cuánta belleza retórica, tanto tiempo regateada a los mexicanos!)
Por lo pronto, el casi reivindicado héroe popular mejor conocido como Alito disfruta no sólo de la “suspensión temporal” (en este uso, toda suspensión es temporal: la RAE define la suspensión con dos acepciones aplicables: “detener o diferir por algún tiempo una acción u obra” o “privar temporalmente a alguien del sueldo o empleo que tiene”) de la coalición con el PAN (la participación accionaria del PRD en este negocio es simbólica), sino, sobre todo, de la suspensión de nuevos episodios de las grabaciones soeces que develaba la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en un programa semanal.
Hay, además, una probable extinción del proceso de desafuero de Alito, pues mágicamente (¿?) el órgano legislativo que podría declarar la procedencia de acciones judiciales en su contra fue integrado con una paridad que en principio le favorecería: dos morenistas, un priísta y un panista, bajo la suposición de que este par “aliancista” llevaría a un empate de votos y así se salvaría Alito de ser desaforado (a menos que el panista, por despecho, se sume a los morenistas, ante lo cual uno de éstos tendría que exhibirse votando contra el desafuero, para mantener el 2-2).
En otra pista del espectáculo, AA también apapachó a la oveja negra apellidada Monreal, con un tono tutorial cronológicamente muy apropiado para buscar que no haya disensos o marrullerías en el Senado contra la iniciativa de reformas legales relacionadas con la GN.
AA se disculpó con los senadores morenistas por no haber asistido a una sesión plenaria anterior, ofreció gestionar un encuentro con el Presidente de la República e hizo un llamado a la unidad, sin distraerse en “batallas estériles”. Juguetón, o disfrazando la verdad entre bromas, rechazó que pudiera haber “un mal entendido, un berrinche; eso lo acostumbran los zacatecanos; los tabasqueños, no” (risas de todos los presentes, incluyendo el presunto berrinchudo).
Pero también esbozó el levantamiento de castigo superior a Monreal, pues aseguró el oráculo de Bucareli que el zacatecano “no es nada más nuestro amigo, sino nuestro compañero, a veces un compañero rebelde” (nota de Andrea Becerril: https://bit.ly/3cUPnOt). ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero