A veces el arrojo por alcanzar una meta anula el dolor físico. Una prueba de esta premisa es la mexicana Arleen González, quien desafió en dos ocasiones en una misma semana el misticismo y el severo ambiente climático del Lago Ness para convertirse el pasado 21 de agosto en la primera latinoamericana en cruzarlo.
El primer intento para recorrer los 37 kilómetros de este cauce fue el más exigente, con 24 horas sumergida en las gélidas y oscuras aguas del lago escocés. La prueba fue fallida, pero siete días después volvió para concretar la hazaña con un tiempo de 14:38:10 horas.
“No sé quien está más loco, si mi equipo o yo por permitirme nadar de nuevo en tan poco tiempo, pero la enseñanza es que las cosas no siempre salen como quieres”, asentó la nadadora.
Haber conquistado en 2016 la Triple Corona en aguas abiertas (Canal de la Mancha, Catalina y Manhattan) y tres años más tarde haber enfrentado el frío extremo en el estrecho de Magallanes, intensificó el ánimo de Arleen por encontrar otro desafío tan arduo.
Así, entre broma y curiosidad surgió en 2020 la idea de cruzar el lago Ness, afluente más conocido popularmente por ser el hogar de un supuesto y desconocido espécimen que como prueba deportiva. Incluso, de acuerdo con el portal oficial Longswims, sólo 27 personas lo han atravesado en solitario, pues en la mayoría de los casos lo hacen en relevos de cuatro nadadores.
Con dos años de espera por la pandemia, Arleen junto con sus entrenadores Armando Sánchez y Jorge Villegas viajaron a Escocia y el 13 de agosto se enfrentaron a un cauce inesperado.
“El agua es completamente oscura. Me impactó, me moría de miedo. No veía nada. Es un lago negro. Sólo sentía terror”, recordó aún asombrada. El espejo bruno fue sólo el aviso de la compleja travesía. Desde las primeras brazadas en medio de la bruma se encontró con un oleaje tan fuerte y atípico que su esfuerzo le impedía avanzar. Había estimado un tiempo de entre 12 y 16 horas para culminar el recorrido, pero después de 10 sólo había logrado avanzar una tercera parte del lago.
La exigencia de la prueba no mermaba su ánimo, y Arleen decidió continuar hasta que después de 24 horas y 32 minutos su equipo la detuvo por seguridad, cuando sólo faltaban tres kilómetros.
“Frente al castillo Urquhart, todos los GPS se apagaron. Mi equipo veía una turbulencia rara. Poco después me avisaron que ya no era negociable continuar. Detuve mi nado y casi enseguida se descompuso la embarcación”, narró.“Puedo decir que Nessie sí existe, la vi varias veces”, dice Arleen pero más que en referencia a un desconocido ejemplar, habla de las singulares condiciones del lago. “La primera vez que nadé, ella –los locales la identifican como hembra– estaba enojada”.
Junto con su equipo, buscó la opción de repetir la andanza con mejor preparación. En una oportunidad climática inesperada, el piloto de la embarcación les avisó que podrían hacer un segundo intento el 13 de agosto. Las condiciones fueron benéficas. “Después de haberme resignado debía prepararme nuevamente, lo complicado era controlar las emociones”.
Arleen sólo necesitó poco más de 14 horas para concluir un recorrido mucho más ecuánime. “Los días que esperamos en Escocia investigamos sobre el lago y nos sirvió mucho. Más allá de haberlo cruzado, nos satisface haber aportado conocimientos para profesionalizar este reto”.