La realidad de los 10 diferentes tipos de contratación de profesionales de la salud que cursó la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa) durante la pandemia de covid y después supera con mucho las cuasi-bases del modelo Galenos Salud, diseñado por Sergio López Montesinos, ex director general de administración de personal, y se proyecta como uno de los grandes desafíos que enfrentará la federalización de la salud en el área metropolitana de la capital.
Para la operación del servicio de salud se dispone ahora de: 1. Trabajadores de confianza, 2. Trabajadores de base-confianza (como los coordinadores de área), 3. Trabajadores de base, 4. Trabajadores de “estabilidad laboral” (antes Seguro Popular), 5. Galenos Salud; 6. Trabajadores Insabi, 7. Trabajadores Insabi-covid, 8. Trabajadores Código Fiscal, 9. Trabajadores por honorarios y 10. Trabajadores en empresas subcontratadas para vigilancia, casas de máquinas e intendencia.
Los trabajadores de “establidad laboral” disponen de horarios especiales para los que se desempeñan también en otros establecimientos y el horario estricto, de 7 am/15 pm u 8 am a 16 pm, no se ajusta con sus otros compromisos.
Por su parte, recientemente Galenos Salud ya dispone de las prestaciones del Issste, mientras los trabajadores Insabi e Insabi-covid devengan salarios mucho más altos que el nivel más elevado de los trabajadores de base, pero carecen de todo tipo de prestaciones, salvo atención médica en el primer nivel del Issste. Los de Código Fiscal tienen derecho a vacaciones y servicio del Issste de primer nivel, mientras los de honorarios sólo cuentan con derecho a vacaciones.
Además, hubo retraso en el pago a empleados contratados –durante diciembre de 2020– por Insabi y también ocurre que profesionales –básicamente del área de enfermería– fueron cambiados de la nómina del Insabi a la moalidad por honorarios sin previo aviso o autorización. Este fue un proceder de Armando Ahued, opaco secretario de Salud de la capital en los tiempos de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera; proceder que debería ser del todo ajeno a la administración de Claudia Sheinbaum.
Las apresuradas formas de contratación que impuso la pandemia de covid, sin exámenes, apenas con una revisión curricular hecha al vapor y la firma de un contrato –del que los profesionales de la salud no obtienen siquiera una copia (se les ofrece para una fecha posterior), por la premura que reclamaba el inicio de sus labores–, dejó muy poco espacio para valorar y evaluar competencias y capacidades. Menos aún para establecer, discutir y pelear derechos laborales mínimos. Por su parte, los jefes del servicio en la operación debían evaluar que los documentos presentados estuvieran correctos, completos y con las diversas firmas requeridas.
Se trata de una especie de maridaje poco virtuoso y accidental entre la extendida, vasta y ancha hambre de trabajo entre todas las categorías de los profesionales de la salud con la dilatada urgencia que enfrenta la Sedesa para cubrir los espacios que garanticen la debida atención médica. Los derechos laborales mínimos están desordenadamente distribuidos en el espacio: los hay por tiempo laborado, vacaciones, días de descanso, omisiones de entrada o salida y retardos, todos ellos diferentes.
Más allá de los reclamos por concepto de vivienda; pensiones, jubilaciones y retiro; cajas de ahorro y demás prestaciones que deben preservarse por derecho sin mediación alguna de nadie, entre todos los profesionales de la salud de Sedesa la demanda más sentida se llama basificación de todo el personal.
Ya desde inicios de 2015, los profesionales de la salud de Sedesa se habían movilizado en el Hospital General Ajusco Medio, Hospital General de Tláhuac y la clínica hospital Emiliano Zapata con la misma demanda. Por esos días, cerca de 2 mil trabajadores de estos establecimientos, contratados por honorarios, carecían por completo de prestaciones laborales y laboraban en condiciones enteramente precarias.
Lo cierto es quienes laboran en la Sedesa en la Ciudad de México están cansados de la incertidumbre que viven por no contar con una estabilidad laboral real, una que esté a la altura de su responsabilidad, riesgos y compromiso profesional efectivo con los ciudadanos, usuarios y pacientes de la red sanitaria metropolitana.
Muchas contrataciones con diferentes derechos. ¿Es éste el precario horizonte laboral que pretende heredar la Cuarta Transformación para la columna vertebral profesional que articula el entero proceso de atención? ¿Cómo enfrentará el apenas decretado organismo público descentralizado OPD-IMSS-Bienestar ( DOF, 31/8/22) –ahora responsable directo de la oportuna federalización de la salud– en la capital del país esta dispar realidad laboral?
Doctora Verónica Sosa Pavón: descanse en paz
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco