Ciudad de México. Innovador en las formas, en esta ocasión optó por rendir su mensaje en ocasión del cuarto Informe de gobierno junto al mural Epopeya del pueblo mexicano, que Diego Rivera plasmó en Palacio Nacional. Con Morelos e Hidalgo detrás, el presidente Andrés Manuel López Obrador pronunció un apretado discurso que involucró su visión personal del sexenio, dominada, afirmó, por su optimismo en la transformación en marcha.
“Les confieso que ahora poseo más aplomo y serenidad que antes, ha crecido aún más mi respeto y el amor al pueblo (…) en lo personal, me siento bien y de buenas. Estoy feliz porque la revolución de las conciencias ha reducido al mínimo el analfabetismo político.”
En la estrechez del corredor poniente de la planta alta del patio central, los invitados se redujeron a sólo el gabinete legal y ampliado, con los potenciales sucesores oficiales en primera fila: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Ante esa comitiva, que incluyó a su esposa Beatriz Gutiérrez, el mandatario aseveró que “la corrupción no se tolera ni hay impunidad para nadie, se acabaron los privilegios fiscales, no hay lujos en el gobierno y los servidores públicos actúan con eficiencia, viven en la justa medianía”.
Fue un mensaje de sólo 47 minutos, en el que expresó su beneplácito por el saldo de la política de seguridad: “Es muy satisfactorio informar que estamos reduciendo la incidencia delictiva”. Insistió en justificar su principal apuesta para el final del sexenio en la materia, con el traslado de la Guardia Nacional a la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional.
“Que pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa, con el único afán de que se consolide, mantenga su disciplina y profesionalismo y, sobre todo, no se corrompa, como sucedió con la antigua Policía Federal. El propósito no es militarizar o ir a autoritarismo, sino cuidar, con la vigilancia de la Sedena, el crecimiento sano de la que debe ser la principal institución de seguridad pública.
“Que nadie se confunda o se haga el que no sabe. En nuestro gobierno no hay personas como (Genaro) García Luna (ex secretario de Seguridad Pública), no se permite la violación de derechos humanos, la autoridad no es cómplice, encubridora y tampoco ejecutora de torturas y masacres, no se admiten relaciones de complicidad con nadie y, por el contrario, se combate la impunidad y existe toda la voluntad para no dejar sin castigo ningún delito. El caso Ayotzinapa lo prueba.”
Hizo un resumen del saldo estadístico de su estrategia de seguridad, censurando los efectos del amarillismo y sensacionalismo mediático que inciden en la percepción social: en este sexenio se redujeron en 29 por ciento los delitos federales y 23.4 la incidencia delictiva en general. Datos del Inegi reportan una reducción en 2.82 por ciento y en 2022 se estima en 10.4 por ciento la disminución.
Todo, para rubricar agradeciendo a quienes se suman “en esta odisea en pos de la felicidad del pueblo y la prosperidad de la patria”.