Nueva York. Serena Williams disputó su último partido en esta edición del Abierto de Estados Unidos… y tal vez en su carrera.
La estrella local fue eliminada en la tercera ronda, al caer ante la australiana Ajla Tomljanovic por 7-5, 6-7 (4) y 6-1, y poco más de tres horas de juego.
Williams, quien cumplirá 41 años este mes, dijo antes del torneo que se preparaba para poner fin a su carrera tenística. No especificó si sería después del US Open, donde ganó seis de sus 23 trofeos de individuales del Grand Slam.
Tras sucumbir finalmente en un último y maratónico game, Williams volvió a la cancha para despedirse del público, llevándose una mano al corazón, con los mayores agradecimientos a sus padres y a su hermana Venus.
Fue un emocionante discurso sobre la cancha, en el que descartó replantearse su anunciada retirada del tenis, si bien dejó un último resquicio abierto.
“¿Lo vas a reconsiderar?”, le preguntaron a una Williams que apenas podía contener las lágrimas.
“No lo creo… pero nunca se sabe”, afirmó la estadunidense.
Serena Williams aprendió a jugar en pistas públicas de un peligroso suburbio de Los Ángeles hasta ser la gran dominadora de un deporte que transgredió, hasta convertirse en un ícono para varias generaciones.
A un mes de cumplir 41 años, Williams abdicó en el Abierto de Estados Unidos, resignada desde hace tiempo a quedarse a un paso del récord de 24 títulos de Grand Slam de Margaret Court.
Pero, más allá de ese último objetivo que acarició en cuatro finales perdidas, Williams ha sido probablemente la mayor fuerza que haya visto el tenis femenino, un mundo predominantemente blanco hasta la explosiva irrupción de Serena y su hermana Venus a finales del siglo pasado.
En palabras de su ex entrenador Patrick Mouratoglou el año pasado a la AFP, Serena “cambió el tenis”, “abrió puertas”, “inventó la intimidación” e hizo llegar “el negocio”.
Desde que le regalaron su primera raqueta, poco después de cumplir los cuatro años, únicamente Venus, 15 meses mayor, llegó a desafiar por momentos su superioridad en el circuito.
Ambas se criaron en las inseguras calles de Compton (Los Ángeles), donde su padre Richard las sometió desde que eran pequeñas a rigurosas sesiones de entrenamiento de día y de noche, con sol o lluvia.
Richard tenía un detallado plan para criar a dos campeonas y cuando un entrenador le aseguró que tenía a "la próxima Michael Jordan" en Venus, que entonces tenía diez años, él respondió: "No, tengo a las dos siguientes".
Con un enorme palmarés -siete títulos del Abierto de Australia, tres de Roland Garros, siete de Wimbledon y seis del Abierto de Estados Unidos, además de 14 trofeos de Grand Slam en dobles con su hermana y cuatro medallas de oro olímpicas - Serena Williams ganó su 23º torneo grande en Australia en 2017, poco después de saber que estaba embarazada de su hija Olympia.
Algunos vieron en esta maternidad, con un complicado embarazo y parto en septiembre de 2017, una señal de retirada anticipada pero la menor de las Williams lo convirtió en una motivación adicional.
Volvió a las pistas con fuerza y persiguió con ansias una victoria más de Grand Slam que la igualara con los 24 que Court logró entre 1959 y 1975.
Serena llegó a otras cuatro finales, dos de Wimbledon (2018 y 2019) y dos del US Open (2018 y 2019), que terminaron en dramáticas derrotas para la superestrella estadounidense.