El impacto del cambio climático en la salud es cada vez más evidente. Las inundaciones, las altas temperaturas, la sequía o las lluvias extremas tienen graves efectos, no sólo por la pérdida de vidas humanas y bienes materiales, sino que también se asocian con el aumento de enfermedades infecciosas y diarreicas y con males causados por el deterioro de la calidad del agua y los alimentos.
Expertos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) advierten que los daños al medio ambiente afectan a las personas por fenómenos naturales extremos y sus consecuencias, que incluyen lesiones.
Cada año se pierden más de 4.7 millones de hectáreas de bosques y 80 por ciento de las aguas residuales del mundo se vierten sin tratamiento previo a los océanos, mientras en México enfrentamos una de las sequías más agudas, pues en 2021 se registraron 5 mil 943 incendios forestales, lo que afectó una superficie de 449 mil 33 hectáreas en todo el país, destacó el doctor Horacio Riojas Rodríguez, director de Salud Ambiental del Centro de Investigación en Salud Poblacional del INSP.
En el foro Impactos actuales y futuros del cambio climático sobre la salud, convocado por el INSP, Juan Rivera Dommarco, investigador en epidemiología de la nutrición y salud pública del instituto, aseveró que es necesario “actuar ya, sin que impere el fatalismo, pero en la búsqueda de acuerdos globales y de políticas ambientales locales”, lo que incluye apoyo a las energías limpias y la transformación de la forma en que se producen y consumen los alimentos.
Mishel Unar Munguía destacó que es necesario que la población mexicana mejore su alimentación, en particular con mayor consumo de leguminosas, frutas y verduras, a la par de reducir la ingestión de carnes rojas y productos poco saludables, que permitan mejorar la dieta, pero también garantizar su sostenibilidad ambiental.