Viena. La Casa de la Música de Viena, en Austria, ofreció a sus visitantes la posibilidad de advertir la angustia experimentada por el compositor y pianista Ludwig van Beethoven ante la pérdida de la audición.
Esta atracción enseñó al público el funcionamiento de los conductos de la cóclea y su papel en la transformación de los sonidos en mensajes nerviosos que llegan al cerebro y, mediante varias pantallas interactivas, explica cómo escucharía el director de orquesta con implantes actuales.
De acuerdo con los expertos de ese reconocido museo europeo, el nervio auditivo de Beethoven estaba atrofiado, de ahí sus dificultades en el habla, si bien compuso las icónicas tercera y sexta sinfonía, la Heroica y la Pastoral, cuando ya estaba a punto de perder ese sentido.
Refiere la historia que a los 27 años, en 1798, el célebre profesor de piano advirtió sus dificultades para oír; dos años después visitó por primera vez al médico y casi un lustro más tarde, ante la irremediable sordera, escribió una carta llena de zozobra a sus hermanos en la cual alude a un posible suicidio.
Pese a su dolencia, en los años posteriores continuó la interpretación del instrumento como solista y creó emblemáticas melodías durante sus largos paseos por la campiña de los alrededores de Viena; tomaba nota de acordes musicales emanados en su interior y los traducía en obras acabadas.
Beethoven murió a los 56 años, en marzo de 1827 y, durante la etapa previa, diseñó sus mejores piezas, incluidas los cinco últimos cuartetos de cuerda, la Missa Solemnis y la novena sinfonía, así como la partitura inacabada de la décima sinfonía.
La Casa de la Música reúne en un mapa las direcciones de todas las viviendas habitadas por el músico, ya que, atormentado por su padecimiento, golpeaba con fuerza las teclas del piano, y como consecuencia debió mudarse de residencia hasta 68 veces, tras las quejas de caseros y vecinos.