Las elecciones de 2023 en el estado de México se han convertido también en comicios nacionales. ¿Qué importancia real tienen? Se les menciona como la madre de todas las elecciones, la joya de la corona. Son aforismos que juguetean, con ansiedad, la ruta de las elecciones presidenciales de 2024. Como si el Edomex fuera un test con una abultada lista nominal de más de 12 millones de votantes. En realidad, sólo vota la mitad. Sin embargo, en la elección para gobernador en 2023 está en juego la supervivencia del PRI no sólo en la entidad, sino a escala nacional. El tricolor llega mermado. Tiene una tendencia electoral a la baja. Ha sido derrotado en comicios intermedios que vienen desde 2016 y 2018. Pese a un ligero repunte en 2021, el partido enfrenta un severo desgaste. Carga el desprestigio y necedad política de Alito Moreno, su dirigente nacional. Un lastre que es referente, porque refresca la memoria de los mexiquenses, de la corrupción como eje de la práctica política del priísmo. El tricolor necesita para sobrevivir de la alianza electoral con el PAN y el PRD que, según los lineamientos del INE, se deberá acordar una alternancia de género con la elección de Coahuila. Pareciera que el futuro del PRI está en manos del PAN. Flotan muchas preguntas sobre viabilidad de la alianza, se habla ya de un gobierno de coalición.
1. Una elección atípica. Los tiempos políticos de 2023 se han adelantado. Formalmente el proceso se inicia en enero. Sin embargo, Morena destapó Delfina Gómez ocho meses antes y ha obligado a todos los partidos a acelerarse. Los tiempos electorales y políticos se han precipitado. Hay desorden, propiciado por afanes y ansiedades de los actores políticos. Destapes apresurados y las avenidas plagadas de propaganda. Aspirantes que actúan como candidatos. Se genera una atmósfera de desorden. Un carnaval electoral, porque cada uno tiene su elección ante la complacencia de las autoridades electorales.
2. Destape de Delfina Gómez. Además de haber desordenado los tiempos del proceso, se presenta un fenómeno paradójico. Delfina ha permanecido callada, mientras todo el mundo habla de ella. La oposición, generosa, ha desplegado una propaganda involuntaria. Quien piense que Delfina transita en miel sobre hojuelas se equivoca. Higinio Martínez, quien se había declarado resignado y buen perdedor, ahora disputa el control del partido en la entidad.
3. Destape de candidatos de PAN, PRD y MC. Los partidos han destapado a sus aspirantes. El PAN se decantó por Enrique Vargas, diputado local y ex edil de Huixquilucan. El PRD por Omar Ortega, y Juan Cepeda se destapó por MC. Destaca Vargas, quien pone en aprietos al PRI al formular que es el candidato mejor posicionado contra Morena. Sin embargo, tiene una cola larga que le pisen. El PAN se manifiesta favorable por la alianza, pero no descarta ir en solitario en la contienda. En el PRD, en medio de su crisis, tiene sectores que pugnan también por ir solos.
4. Las candidatas del PRI. Todo indica que son las aspirantes Ana Lilia Herrera apoyada por el veterano Arturo Montiel y Alejandra del Moral, favorecida por Alfredo del Mazo. Pareciera intensa la disputa por la nominación. Han sido funcionarias públicas que durante lustros han cubierto diferentes puestos. Alcaldesas, secretarias de Estado, diputadas y senadurías. Son insiders, ¿Qué de nuevo aportarán? Cuando han formado parte de la nomenclatura del poder mexiquense. Representan la continuidad, más de lo mismo. Han sido parte de gobiernos priístas que han sumido a la entidad en el abandono, la desigualdad y la inseguridad ciudadana. Se escudan ahora de un discurso feminista cuando muchos preguntamos qué han hecho en sus responsabilidades para detener los feminicidios en la entidad.
5. Alianza electoral titubea. Cada partido trae su elección. Son universos electorales paralelos. Enrique Vargas estira la liga con su “Ruta líder Edomex”. Ha iniciado su campaña en municipios para “conocer las necesidades de la población”. Mete presión al PRI, que parece traer otro reloj electoral. No se decide por su aspirante; hay pujas; forcejeos, dicen algunos. El gobernador Del Mazo tampoco se deja sentir, cuida las formas en exceso, cuando todos saben que es el elector estelar. Internamente se inclina por que la candidata de la alianza en Edomex sea priísta, pero públicamente es parco. El lastre para la alianza es la presencia tóxica de Alito, quien a toda costa empuja la alianza Va por México en el Edomex. El verde presume ascenso y trata de venderse caro al mejor postor.
6. Autoridad electoral a modo. Tanto el IEEM como el tribunal electoral están colonizados por el partido en el poder mexiquense. Mientras las calles están abarrotadas de propaganda electoral, permanecen mudos ante los actos anticipados de campaña. Se amparan de manera leguleya en que el proceso aún no ha empezado. De los siete consejeros electorales en el IEEM, seis son manifiestamente priístas. El PRI no sólo es el mayoritario en el consejo, sino es el dueño del instituto con el eterno secretario Javer López Corral, quien articula la complicidad de la mayor parte de los representantes que son generosamente maiceados.
En suma, estamos ante una elección atípica. Tensa y turbia. El PRI de ganar alcanzaría 100 años en el poder de la entidad. Sin embargo, los números le son adversos y tiene que echar mano del PAN para jugarse su futuro.