El ser humano se ha apropiado de la naturaleza. Aun en lugares que parecen inhóspitos como montañas, mares y selvas los hombres han dejado su huella y sus banderas. Esa conquista ha reducido los lugares en donde habitan otras especies con la consecuente pérdida de biodiversidad.
La buena noticia es que en pocas décadas alcanzaremos el pico demográfico; los especialistas lo pronostican entre 10 mil y 12 mil millones de habitantes frente a los 8 mil millones actuales. Todavía crecerá la población, pero la mayoría de investigadores coincide en que a finales de este siglo disminuirá.
China avanza en ese sentido, con su política de un hijo único por familia. Para explicar este fenómeno de manera sencilla, si de cada dos adultos nace un niño, la siguiente generación se reduce a la mitad. Es cierto que este análisis es burdo y que este país ya cambió su política demográfica; sin embargo, un estudio de The Lancet advierte que China podría pasar de mil 400 millones de personas a 700 millones e India de 1400 millones a mil 100 millones a finales de este siglo.
En Europa se presenta la misma tendencia. En el caso de España, por ejemplo, en 2021 se presentó el menor número de nacimientos desde que comenzaron los registros en 1941.
Ese ajuste a lo largo de las próximas ocho décadas se traducirá en una nueva economía. La productividad no dejará de aumentar, con mercancías de mayor calidad y los bienes y servicios se repartirán entre un número menor de personas. De esta manera mejorará el nivel de vida de la población, aun tomando en cuenta la desigualdad social actual.
Para imaginar este escenario veamos el caso de la ciudad de México. La población tendrá una transición del crecimiento actual, debido a la migración, a tres o cuatro millones de habitantes menos que ahora. Esto se traducirá en la liberación de espacios para áreas verdes, en menores recorridos en los traslados para ir al trabajo o a la escuela, en mejor tecnología en los hogares y en miles de beneficios adicionales para la comunidad.
A nivel global, la revolución demográfica generará mayores oportunidades de desarrollo y el cuidado de la diversidad ecológica.
Esta utopía puede convertirse en realidad en dos generaciones. De hecho, ya nacieron los niños que vivirán en este mundo nuevo.