Es notable la concentración de poder político en manos de Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno capitalino que forma parte destacada de la tripleta oficial de aspirantes al relevo de Andrés Manuel López Obrador en 2024.
Los fines de semana, Sheinbaum programa visitas a otras entidades federativas, donde es recibida con especial deferencia por los gobernadores anfitriones que, ha de decirse, también dan bienvenida a los otros participantes en la competencia, Adán Augusto López Hernández y Marcelo Ebrard, aunque no con la misma pujanza, como si esos gobernadores morenistas supieran a quién distinguir y apoyar de verdad; algunos y algunas hacen cierto intento de piruetas o acaban abiertamente decantándose por quien suponen es La Favorita.
Claudia puede salir de la Ciudad de México porque oportunamente le fue habilitada una suplencia eficaz, el secretario de Gobierno, Martí Batres, tan conocedor de la realidad chilanga que se le menciona como aspirante, casi por escalafón, al relevo capitalino de 2024, al igual que la secretaria federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, también conocedora a profundidad de la problemática del ex Distrito Federal (ha sido secretaria de Gobierno con Sheinbaum y titular de Desarrollo Social y de Desarrollo Rural).
Sheinbaum ha añadido a su equipo de trabajo a un estratega electoral con experiencia en candidaturas presidenciales, Antoni Gutiérrez-Rubí, fundador y director de www.ideograma.org, una consultoría de comunicación con sede en Barcelona.
Antoni se define como “impulsor de ‘tecnopolítica’, un proyecto para analizar, investigar y crear herramientas para la sociedad digital”. Colabora en varios medios españoles y, en México, “en Aristegui Noticias, donde comparto contenidos en el espacio Overview; he escrito en el diario Reforma (México), en el suplemento Revista R (de Reforma) y en la red de bloggers Forbes-México)” (https://bit.ly/2TPflVQ).
El arribo de quien fue asesor estratégico de Gustavo Petro, el izquierdista electo para presidir Colombia, y del presidente argentino, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, coincidió con la salida de quien fue coordinador de Comunicación Social del Gobierno de la CdMx, Sebastián Ramírez, quien pasó a presidir Morena en la demarcación chilanga, en abierta responsabilización de Sheinbaum de los resultados electorales de 2024 en este territorio en el que en 2021, bajo esa misma responsabilidad claudista, se perdieron nueve de las 16 alcaldías.
Es mucha, y abierta, la concentración de poder de la que se habló en las líneas iniciales de esta columna. Los principales actores del morenismo desfilan abierta y fotográficamente por las oficinas de Scheinbaum, en sesiones y encuentros que no pueden suceder sin la aprobación de Palacio Nacional.
La pregunta, ante todo esto, es cuál será la reacción no de Adán Augusto, cuya fuerza política depende enteramente de quien lo nombró y lo sostiene (y que, igualmente, lo puede dejar caer y no pasaría nada trascendente en la política nacional), sino de Marcelo Ebrard, quien juega a consolidarse como opción de clases medias y sectores “progresistas” desencantados del obradorismo, pero tiene siempre la guadaña de la Línea 12 del Metro presta (para él, no para Sheinbaum) a castigar cualquier intento de disidencia.
En Puebla se vive un forcejeo interno de Morena que tiene en un extremo al impresentable Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta, gobernador del estado, y a una corriente que apoya a Ignacio Mier, actual coordinador de los diputados federales de Morena, como aspirante al relevo.
Mier presentó su informe de labores ayer, y fue acompañado por Mario Delgado y algunos de los gobernadores que le son cercanos, en una abierta promoción contraria a la postura de Barbosa, quien antes había advertido a Adán Augusto López Hernández que, como secretario de Gobernación, debería buscar equilibrar y no desequilibrar en política, pues el también tabasqueño había acudido a Puebla a respaldar a Mier. ¡Hasta mañana!
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