Santiago. Ocurrió el domingo en el corazón de la capital chilena: una caravana multitudinaria de ciclistas por el "apruebo" que avanza por la principal avenida de la ciudad, se cruza con un desfile de "huasos por el rechazo" en carretas arrastradas por equinos. La multitud de ciclistas, mayormente jóvenes, son literalmente sinónimo de diversidad desde todo punto de vista; mientras que los huasos -personaje clásico de la tradición rural chilena, como el charro para México-, todo lo contrario, personalizan lo conservador y arcaico.
Puyas van y vienen, todo normal, hasta que una de las carretas que avanza a paso veloz se lanza en contra y atropella a los pedaleros que caen al suelo y algunos resultan heridos. Las imágenes son brutales, pudo ser una tragedia. De inmediato se arma la batahola y de las consignas se pasa al enfrentamiento, con los huasos de a caballo aporreando a latigazos a sus rivales y estos respondiendo como pueden.
Un día antes, en el puerto de Valparaíso, 100 kilómetros al oeste de Santiago, en un acto artístico favorable al "apruebo" y al que asistían unas tres mil personas en una plaza pública, incluidas niñas y niños, un grupo aparentemente representante de las disidencias sexuales, protagoniza una grotesca y soez escena donde se ultraja la bandera chilena. Se genera un escándalo en redes sociales, todos los sectores condenan la impudicia que se difunde como plaga, pero no faltan partidarios del rechazo -entre ellos el ex candidato presidencial ultraderechista José Antonio Kast- que asocian la vulgaridad vista con la nueva constitución chilena.
En ambos casos, el gobierno anunció la interposición de denuncias penales para que la Fiscalía investigue los sucesos. Y si bien son hechos aislados, dan cuenta de los ánimos al alza en la cuenta atrás del plebiscito constitucional ratificatorio del 4 de septiembre, donde 15 millones de electores están obligados a sufragar, so pena de ser multados.
El Servicio Electoral (Servel) dijo que hasta la semana 13 millones de personas revisaron sus datos acerca de dónde les corresponderá sufragar. Si una cifra de participación de esa magnitud se confirmara (80 por ciento de padrón), sería extraordinario en un país donde el abstencionismo es del 50 por ciento.
Pesa también en el ambiente la posibilidad de que personeros de gobierno, pudiesen haber tenido conversaciones con Hector Llaitul Carrillanca, dirigente de la organización insurgente Coordinadora Arauco Malleco (CAM), quien en semanas recientes hizo sistemáticos llamados a las comunidades mapuche a "organizar la resistencia armada", incrementar el sabotaje contra la industria forestal y la "recuperación territorial".
La situación estalló la semana pasada, poco después que Llaitul fuera preso preventivamente acusado por el Ministerio Público de delitos comunes y contra la seguridad del Estado, cuando se filtró a la prensa una interceptación hecha por la policía de una brevísima conversación en mayo entre aquel y una asesora de la ahora renunciada ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega, donde le pedía conversar con su jefatura.
Llaitul se vio sorprendido y desistió, pero su abogado defensor, Rodrigo Román, aseguró a la prensa que el gobierno intentó por su medio contactar al dirigente indígena, algo que la ministra del Interior, Izkia Siches, negó rotundamente hoy.
Pero la derecha que apoya el "rechazo" se frota las manos con la posibilidad de que se dieran esos contactos, nada ilegales en todo caso.
También entró en escena el ultraderechista presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien en un debate con sus contendores este fin de semana se dejó decir que Boric había "prendido fuego" a las estaciones del metro de Santiago durante el estallido social de 2019.
La cancillería chileana entregó una nota de protesta.