El lunes pasado participé en el primero de dos días de actividades del segundo Foro de Transparencia y Periodismo que organizó el InfoCDMX, el cual tuvo lugar en el Museo Memoria y Tolerancia, y fue encuentro de reunión entre representantes de la sociedad civil, personalidades del ámbito público y privado, y de la ciudadanía para intercambiar puntos de vista acerca del impacto de la era digital en el periodismo, la transparencia y el acceso a la información.
Durante mi intervención, hice hincapié en que la transparencia es un elemento fundamental en un Estado democrático y es también una herramienta básica para el periodismo de calidad. De manera que la transparencia no sólo es un área de oportunidad al servicio del periodismo; es también una responsabilidad de quienes lo ejercen y más a partir de la utilización masiva de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
En un mundo mayormente globalizado y sujeto a los cambios que las nuevas tecnologías propician, es una realidad que desde hace más de una década el ejercicio periodístico vive una transformación en la forma misma de hacer periodismo, el modo de producir y difundir información, lo cual implica también la transición del consumidor de medios tradicionales en un usuario interactivo y creador de contenidos en los nuevos entornos digitales.
No cabe duda de que el periodismo juega un rol esencial como vehículo para el ejercicio de la libertad de expresión, sobre todo en su dimensión social, como derecho colectivo a conocer la diversidad de opiniones y en estar bien informados. Un periodismo renovado, que recabe y difunda información verídica y objetiva, que permita y respete la libre circulación de las ideas; el ejercicio periodístico promueve de manera continua la libertad de expresión, empoderando a las personas en sus derechosy libertades. Y hacerlo a través de las nuevas tecnologías no debería serla excepción.
La ciudadanía ha elevado sus niveles de exigencia sobre el periodismo, ya que demanda transparencia, credibilidad, confianza y compromiso con la verdad, pero lo cierto es que no podemos ignorar las condiciones de inseguridad que existen en algunas zonas del país y que hacen que el derecho a la información esté amenazado constantemente.
La violencia, el acoso, los ataques cibernéticos, el espionaje y las expresiones de odio hacia los y las periodistas son algunas de las grandes amenazas que enfrentan estos profesionales en la era digital, en la que además de enfrentarse a la disrupción de las nuevas tecnologías, se evidencia cómo la misma tecnología es utilizada en su contra.
En este contexto, es de destacar que, de acuerdo con el Informe Anual 2020 de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, la impunidad por los asesinatos y otros ataques contra periodistas en México sugieren que al menos 99.6 por ciento de estos delitos aún no han sido esclarecidos. Asimismo, datos de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos en Contra de la Libertad de Expresión indican que entre 2010 y 2021, sólo se han obtenido 30 sentencias condenatorias por diversos delitos contra periodistas. Desafortunadamente, en lo que va del presente año llevamos 15 periodistas asesinados.
Por otro lado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sido particularmente protectora del alcance de la libertad de expresión y la difusión de información sobre asuntos que generan un “interés público” para la sociedad, en especial, asuntos que tienen que ver con el debido desempeño de servidores públicos, información relativa a violaciones graves de los derechos humanos o la revelación de actos de corrupción y abuso de poder, entre otras. Ejemplo de ello es que las figuras públicas deben tolerar mayores niveles de intromisión en sus derechos de personalidad cuando exista una relevancia política de por medio. Lo cual sucede con mayor frecuencia a través de las redes sociales y, por ello, como nunca, un nivel de escrutinio público mayor.