Mikolaiv. En el teatro de Mikolaiv, en el sur de Ucrania, se percibe el nerviosismo de los días de estreno. Por primera vez desde el inicio de la guerra, se celebra una función, pero esta vez es en un refugio subterráneo debido a los bombardeos diarios.
El director artístico Artiom Svytsun, de 41 años, recibía el jueves a los espectadores y los hacía visitar el local.
Mediante unos fondos de ayuda europeos, su equipo transformó en dos meses un refugio, a cuatro metros bajo el suelo, en una sala para 35 personas. Un fresco que evoca el teatro antiguo recubre las paredes blancas, irregulares, del sótano.
“Necesitamos este lugar para combatir en el frente cultural”, explica desde el minúsculo escenario, donde sólo cabe un puñado de actores y un pequeño decorado.
“Es una especie de ‘terapia con arte’ para la gente que se quedó en Mikolaiv y necesita atención”, refiere.
Este puerto estratégico del sur de Ucrania, donde vivían 500 mil personas antes de la invasión rusa, el 24 de febrero, sigue siendo bombardeado casi a diario desde entonces.
A 300 metros del elegante edificio neoclásico donde se encuentra el teatro, se ve lo que queda de la estructura en hormigón de la administración regional, destruida el 29 de marzo por un misil que mató a 37 personas.
Según el ayuntamiento, Mikolaiv sólo ha tenido 25 días de calma desde el 24 de febrero.
El presidente ucranio, Volodymir Zelenski, señaló que, junto a Járkov y las localidades del Donbás, en el este del país, se trata de la ciudad “más bombardeada de Ucrania”.
Las destrucciones no sólo afectan a objetivos militares, sino también universidades y organismos culturales.
El otrora Teatro Dramático Ruso de Mikolaiv –su nombre oficial hasta la guerra– se llama ahora Teatro Dramático de Mikolaiv.
En el diminuto camerino, la actriz Kateryna Chernolishenko, de 43 años, recibe los últimos toques de maquillaje.
“Estoy muy feliz de volver a nuestro escenario, nuestra casa, y creo que es muy importante que el arte pueda ser un apoyo para la gente”, expresa la intérprete que, como los otros compañeros, se presentó de forma voluntaria para este estreno.
Su colega Marina Vassyleva, a punto de ponerse un vestido de novia, apostilla: “Los actores, en estas circunstancias, son los médicos del alma humana.
“Veo mi misión y el sentido de mi vida en este momento. Me necesitan aquí, en Mikolaiv”, agrega.
Desde el inicio de la guerra, tres actores se unieron al ejército y 20 por ciento de la compañía se fue a otro lugar de Ucrania o al extranjero, una proporción pequeña en esta ciudad que perdió más de la mitad de su población, según cifras de las autoridades locales.
Normalmente, la compañía actúa en una sala de 450 localidades; ahora, las obras fueron adaptadas para ser interpretadas en el “escenario del refugio”. Pese a la guerra, no sólo representarán obras patrióticas.
Tras un homenaje a Ucrania, la primera función de la nueva temporada es una pieza absurda de un autor nacional contemporáneo que aborda “la realización de nuestros deseos”, explica Svytsun.
A partir de la semana que viene, el teatro hará dos funciones diarias, de jueves a domingo.
“Espero volver todos los fines de semana. El teatro aporta emoción a la gente en estos tiempos de guerra y nos hace la vida más fácil”, cuenta entusiasmada Olga Kruchok, una espectadora de 55 años.
Oleksander Skotnikov, de 42 años, insiste: “Cuando estamos bajo las bombas, como ahora, el teatro nos da una gran sonrisa e inspira a seguir viviendo”.