Dos ejemplos de intolerancia religiosa.
1. “Bravo por este hombre valiente que atacó al apóstata y vicioso Salman Rushdie”. Así felicitó el diario iraní Kayhan a Hadi Matar, por apuñalar al escritor en el cuello y el abdomen. El clérigo Yalal Mohebí defendió el ataque al “maldito”, porque “ofendió al Profeta” en su libro Los versos satánicos. Publicado en 1989, los musulmanes chiítas consideran el libro un insulto al Corán, a Mahoma y al Islam. Lo prohibieron en India, Pakistán, Egipto, Arabia Saudí y Sudáfrica. El ayatola Jomeini, líder máximo iraní, emitió entonces una fatwa declarando a Rushdie apóstata, lo cual permite matarlo. Por hacerlo, la fundación 15 de Jordad ofrece 3 millones de dólares, por lo que el escritor pasó a la clandestinidad.
2. En 1992, el gobierno de Portugal, presidido por Aníbal Cavaco Silva, líder del Partido Social Demócrata, prohibió que la novela El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago, participara en un certamen literario europeo. Desde su refugio en Lanzarote, el Nobel de Literatura dijo entonces: “Me quitarán todo si quieren, pero no el aire”. Alguien recordó que Oscar Wilde dijo que “los portugueses perdonan todo menos ser un genio”.
Justicia del destino: cuando en 2010 falleció Saramago, el multitudinario duelo de sus compatriotas lo presidió su censor Cavaco Silva, como presidente de la República. Decretó dos días de luto nacional. Al fin sus paisanos reconocieron la grandeza del autor de El viaje del elefante.
Pero el diario oficial de El Vaticano, L’Osservatore Romano, ignoró el pesar mundial por la muerte del escritor y lo condenó por su “ideología antirreligiosa”; por ser “un hombre y un intelectual de ninguna capacidad metafísica, que vivió agarrado hasta el final a su pertinaz fe en el materialismo histórico, alias marxismo”. Además de que “se declaraba insomne por las cruzadas, o por la inquisición, olvidando el recuerdo de los gulags, de las purgas, de los genocidios de la Rusia soviética”. Un hombre que se distinguió por “la banalización de lo sagrado” y “un materialismo libertario”.
Conocida fue la crítica de Saramago a la Iglesia católica y sus pilares ideológicos. En El Evangelio según Jesucristo retrata a un ser alejado de todo halo de divinidad otorgado por los evangelios. Muestra, en cambio, a un personaje en contacto con el mundo real, atravesado por la duda, que reniega de su destino y se enamora de María Magdalena.