El informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el Caso Ayotzinapa refiere que minutos antes de las 8 de la mañana del 27 de septiembre de 2014, horas después de que los 43 normalistas fueron privados de su libertad en la ciudad de Iguala, Guerrero, “empezó la limpieza y ocultamiento de los hechos por parte del gobierno”.
El documento puntualiza que el 26 de septiembre, “seis estudiantes permanecían vivos y estaban retenidos en ‘la bodega vieja’”. Cuatro días después, el 30 de septiembre, un hombre identificado como El Coronel “comenta que ellos se encargarían de limpiar todo y que ellos ya se habían ocupado de los seis estudiantes que habían quedado vivos”.
El informe fue presentado el jueves pasado en Palacio Nacional por el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas.
Sostiene que uno de los líderes de Guerreros Unidos, identificado como A-1, ordenó “la desaparición de todos los estudiantes porque no saben quién es quién y se está calentando la plaza demasiado”, en alusión a la disputa que sostenía ese grupo delictivo con su similar de Los Rojos.
Menciona que investigaciones de la Fiscalía General de la República (FGR) descubrieron que, al principio, en la tarde-noche del 26 de septiembre de 2014, “la intención era sólo darles una chinga a los estudiantes porque A-1 no quería disturbios, además de recuperar el material (el cual aparentemente venía en uno de los autobuses)”.
El reporte se refiere de esa forma a un presunto envío de droga y dinero que era trasladado en uno de los vehículos involucrados en los sucesos. Con base en información de la testigo con nombre clave de Karla, se sabe que alguien le “solicitó tomar fotografías a todos los estudiantes, ya que se creía que entre ellos venían personas de Los Rojos”. Refiere que “de todos los estudiantes, sólo tres fueron de interés para sus superiores, entre quienes recuerda estaban El Cochiloco y El Chilango. A-1 dio la orden de recuperar la mercancía: ‘me chingan a todos a discreción (…) Mátalos a todos, Iguala es mío’”.
En la página 90 del documento se señala al sicario Eduardo “N”, alias El Chucky, como quien mata y tortura al estudiante Julio César Mondragón, El Chilango, incluso sin tener órdenes de sus superiores. “Las instrucciones originales eran quemar a los estudiantes pero, al ser muchos, decidieron repartírselos, por lo que El Chucky les metió machete y los metieron en bolsas para que cada grupo se deshiciera de ellos como quisiera”.
En las indagatorias se menciona que los operadores de la desaparición de los estudiantes fueron H-1, mando policial de Huitzuco, así como El Gil, El Negro, El Tilo, El Chino, El Pato Landa y su gente; El Chucky y su gente, El Cholo, El Chango, La Gorda, El Duvalín o El Duva, El Tony, El Pollo, El Cuca, El Feo, El Wasako, Memo (primo de El Chino) y El Moreno (cocinero de GU)”.