El informe sobre la desaparición de normalistas de Ayotzinapa no sólo muestra los horrores cometidos en su contra, sino también la tergiversación de la justicia para fabricar la verdad histórica, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sostuvo que el ex procurador Jesús Murillo Karam se autoinculpó como cabeza de la investigación y precisó que del documento no se desprenden solicitudes de orden de aprehensión contra el ex presidente Enrique Peña Nieto, ni el ex secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos.
“Esas injusticias no pueden quedar impunes. ¿Cómo veo a los padres de los muchachos? Llevo tres años reuniéndome con ellos, informándoles, en reuniones, algunas ríspidas, porque imagínense el dolor de no ver a sus hijos. No tengo nada personal contra el señor Murillo Karam, ni contra nadie, pero esto tiene que ver con mi responsabilidad y con mis convicciones, con mis principios”, dijo el mandatario en la conferencia de ayer.
Señaló que el gobierno mantiene las gestiones para la extradición de Tomás Zerón, quien como titular de la Agencia de Investigación Criminal fue el responsable directo de las indagatorias. El Presidente no ofreció mayores detalles de este caso.
Sin embargo, subrayó que frente a la prensa Murillo se asumió, junto con Zerón, como responsable de encabezar el proceso, lo que implica inculparse del rumbo que tuvieron las investigaciones.
Se pusieron de acuerdo para ocultar los hechos, en la fabricación de la llamada verdad histórica, pues del informe se desprende cómo presentaron las cosas, cómo mintieron. En el informe se habla de cómo fraguaron, de cómo tramaron todo esto, apuntó López Obrador.
Ante la insistencia en las preguntas sobre la posible responsabilidad de Peña Nieto, dado que debió conocer el sentido de las investigaciones, dijo que, en su caso, sería potestad del juez determinar si el ex presidente estaría involucrado. Si la fiscalía o los jueces determinan que hay otros implicados, ellos lo van a decidir en absoluta libertad, subrayó.
Papel de militares
El mandatario agregó que del documento se desprende la responsabilidad de algunos militares en la desaparición de los normalistas. Enfatizó en que ya se acabaron los tiempos en que se justificaban estos crímenes porque las víctimas eran revoltosos, como un escarmiento o por su presunta vinculación en hechos delictivos, argumentos que calificó de ofensivos. Es una situación “inédita” donde no se encubrirá a nadie, indicó.
“Nada de que se actúa así para proteger el prestigio de las fuerzas armadas. No, el prestigio se obtiene actuando con rectitud, no ocultando las cosas. Las fuerzas armadas como institución son una cosa y la actitud de ciertos miembros es otra, no es lo mismo. ‘Es que se va a dañar, se va a manchar el Ejército o las fuerzas armadas’. No. Sí se manchan si hay complicidad, si no se actúa con la verdad; si no, no tienen por qué mancharse, se castiga a los responsables y se limpia”, argumentó el mandatario.
“Yo no sé qué pensaron. Estamos hablando de dos momentos, ¿no? Ya habían cometido esta atrocidad. ¿Por qué ocultar los hechos? ¿A quién protegieron? ¿Quién puede ser más importante que la justicia y que la verdad?”
Aseveró que para que se dimensione lo ocurrido, tanto en las atrocidades cometidas como en la alteración de las investigaciones, ordenó que se transparentara el informe y sus anexos.
Refirió que en los documentos hay declaraciones “mucho muy fuertes” de la manera en que se deshicieron de los normalistas y cómo planearon moverlos de lugar. Aunque no se ha cerrado la investigación se determinó la difusión del reporte, resaltó López Obrador. En su integración laboraron expertos nacionales e internacionales sin injerencia de nadie, ni del presidente, dijo.
Hizo un reconocimiento a los padres de los normalistas porque nunca se rindieron ante el rumbo de las investigaciones o la decisión de cerrarla con la verdad histórica. Asumió que esa es la parte más dolorosa, que los padres hayan tenido que vivir esto, por eso los consideró “excepcionales” en su lucha por encontrar la verdad.
Recordó que los gobiernos que llamó neoliberales determinaron cerrar las normales rurales con el pretexto de que en ellas se formaba “gente con ideas subversivas”, pero entre las familias campesinas pobres, Chapingo y estas escuelas representaban la única oportunidad para estudiar en Oaxaca, Chiapas y Guerrero.