Larga vida al doctor González Casanova, el comandante Contreras
Excelente fotografía la de la contraportada de La Jornada del 20 de agosto, que informa sobre el merecido reconocimiento al doctor Pablo González Casanova, maestro de generaciones de científicos sociales, por sus principios éticos, su valor ejemplar para acompañar las luchas de resistencia de los oprimidos en México y como defensor de la revolución cubana, que ha logrado resistir al imperialismo estadunidense.
Durante la presentación del libro Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina, en la FCPS de la UNAM, Marcos Roitman presentó una semblanza de don Pablo, que vale la pena recordar:
“Don Pablo es un humanista comprometido con su tiempo y la de un maestro forjador de conciencias rebeldes. Proyecto alternativo de democracia global, de democracia universal, no en el sentido de democracia representativa, sino de los valores de la democracia, quien lo define también como una práctica plural de control de ejercicio del poder, desde el deber ser del poder, desde el valor ético del poder.
“La democracia, por tanto, como una forma de vida, no la democracia como un estatus, no como un carnet, sino la democracia para ser vivida, como dignidad, y eso lo comprometió con la revolución cubana y después con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y con el ya basta.”
Larga vida al comandante Contreras, al doctor Pablo González Casanova.
Carlos Lozano Ángeles y Valeriano Ramírez Medina
Castigo ejemplar por hechos de Ayozinapa sería “acto de justicia”
Sin duda, el mayor avance del gobierno de la Cuarta Transformación en materia de justicia criminal se materializa en los contundentes resultados de la investigación sobre la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014, un hecho inédito que se acredita como parteaguas en la historia judicial del país.
Al combatir la fuente de vida de la corrupción –la impunidad–, la Comisión de la Verdad concluye que la represión, desaparición y asesinato de los estudiantes en la trágica noche de Iguala constituyen la mayor ofensa de un gobierno a su pueblo: un crimen de Estado.
Una vez demostrada la colusión de los diversos niveles de gobierno antes, durante y después de los lamentables hechos que avergüenzan y lastiman a todos los mexicanos honestos, únicamente resta aplicar la ley en toda su magnitud y alcance: castigar a los autores materiales e intelectuales del crimen, a los responsables del comercio ilícito que le dio origen y a las “autoridades” que propiciaron el montaje de la llamada verdad histórica.
Aunque no existe manera de resarcir el daño ocasionado a las víctimas, sirva el castigo ejemplar como un acto de justicia que implique la revisión de las demás atrocidades en que hay sospecha o evidencia de la participación cínica, cruel y perversa de gobiernos del viejo régimen.
Daniel Moctezuma
Deben los jóvenes conocer el pensamiento de Trotsky, opina
El domingo se cumplieron 82 años del asesinato del fundador del Ejército Rojo en la Rusia revolucionaria: Lev Davidovich Bronstein, quien fue perseguido por el estalinismo en todos los países donde obtuvo asilo, una vez que fue desterrado de la URSS.
Ramón Mercader del Río, agente de la GPU, logró ingresar al estudio del líder revolucionario en Coyoacán y terminar con la vida del principal impulsor de la teoría de “la revolución permanente”.
Han transcurrido más de ocho décadas de la deleznable muer-te de León Trotsky. Con el tiempo, su pensamiento adquiere vitalidad y debe ser conocido por la juventud de nuestro país.
Enrique Ávila Carrillo
Considera influencias genéticas en desarrollo de las guerras
A propósito del artículo de Miguel Ángel Adame Cerón (La Jornada Semanal (31/7/22), la historia revela casos en los que es difícil no inferir influencias genéticas en el desarrollo de las guerras que, aunque son fenómenos colectivos, se planean y dirigen por individuos.
En el primer imperio hebreo, mientras gobernaron las familias de Moisés y sus descendientes, las guerras fueron raras. Investigaciones actuales muestran que los descendientes de aquellos sacerdotes poseen genes asociados a una elevada espiritualidad.
En el segundo imperio, bajo influencia de los levitas, las guerras fueron constantes. En los levitas, dice Baruch Spinoza, había individuos taimados, ambiciosos y violentos que dieron al traste con el pacifismo del primer imperio.
En el casi siglo y medio del imperio romano las guerras se hicieron más crueles y feroces que las desatadas en los casi 500 años de república. Si damos por válida la obra de Suetonio, casi la mitad de los 12 césares (de la familia Julio-Claudia) eran desquiciados, crueles y sanguinarios.
Por supuesto, eran los comandantes en jefe de los ejércitos imperiales que, junto con un puñado de cónsules y magistrados, decidían a quién, cuándo y cómo declarar la guerra.
Claro, faltaba más, hay que creer que sólo lo hacían debido a factores históricos y sociales.