Tokio. La autoproclamada reina del hip-hop japonés, Awich, tiene historias que contar, desde descubrir el rap cuando era una adolescente rebelde en Okinawa hasta perder a su esposo por la violencia armada en Estados Unidos.
Ahora, atrayendo multitudes en festivales y en el lugar en vivo más famoso de Tokio, quiere inspirar a los fanáticos “a aceptar sus historias, porque eso es lo que me dio la fuerza para enfrentarme al mundo”.
La mujer de 35 años, cuyo nombre artístico significa “niño asiático deseado”, ha estado rapeando desde la escuela y comenzó en clubes clandestinos en la región sur de Japón. Pero 2022 ha sido un año de gran avance, desde el lanzamiento de su primer álbum con un sello importante, Queendom, hasta las sesiones fotográficas de Vogue y una actuación en el famoso Budokan de Tokio.
“He estado haciendo esto durante mucho tiempo, dentro y fuera de la música, y hubo momentos en que sentí que sólo quería rendirme. No pude decir que era la reina, ni nada parecido durante mucho tiempo.
“Así que tener esta oportunidad ahora mismo, y que la gente esté tan conectada con mi música, mis canciones y mis palabras... es simplemente increíble”, expresa.
La canción principal de su álbum trata sobre mudarse a Atlanta a los 19 años, la muerte de su esposo y la crianza de su hija en Japón. “Toda la canción es mi vida, comprimida en un par de minutos. Es un altibajo emocional, como una montaña rusa para mí, cada vez que actúo”.
En el escenario se muestra serena, pero rebosa de arrogancia alegre; su elegante y larga cola de caballo se balancea mientras se jacta de la “energía diferente” que aporta a la escena musical de Japón.
No es menos audaz cuando habla sobre lo que considera importante participar en Black Lives Matter y responder en sus canciones a la idea de que las mujeres japonesas deberían ser kawaii o lindas.
Nacida Akiko Urasaki, de padre maestro y madre chef, Awich creció en una casa antigua rodeada por un cementerio. “Yo era rebelde. De niña no podía dormir por la noche. Okinawa es un lugar realmente espiritual y todas las noches, cuando intentaba irme a dormir, sentía algo en mi habitación... así que estuve escribiendo toda la noche”.
A los 14 años encontró un disco del rapero estadunidense Tupac y se obsesionó estudiando sus letras mientras convertía sus propios diarios y poemas en rimas.
Influencia estadunidense
Cinco años más tarde, se mudó a Atlanta para asistir a la universidad, en parte porque “creció en torno a la cultura de Estados Unidos” en Okinawa, que alberga la mayoría de las bases militares de ese país en Japón.
Un pariente de Awich murió en la Segunda Guerra Mundial, y su abuelo contó historias sobre infiltrarse en la base para robar latas de sopa y compartirlas con los lugareños pobres.
Awich se casó con un estadunidense en Atlanta, que entraba y salía de la cárcel y murió en un tiroteo cuando su hija Toyomi era pequeña.
La pareja regresó a Japón y durante dos años, Awich “se sintió sola y no sabía qué hacer”.
Toyomi, que ahora tiene 14 años, rapea un verso en Tsubasa, que significa Alas, que Awich lanzó en mayo para conmemorar el 50 aniversario del regreso de Okinawa a Japón después de la ocupación estadunidense.
La rapera lo escribió después de que la ventana de un helicóptero militar estadunidense cayera en el patio de la escuela de su hija.
Awich también sabe que la vida en un Japón mayormente homogéneo “podría ser difícil a veces” para aquellos de ascendencia extranjera.
“Mi hija es una mezcla de japonesa y negra. Tenía preguntas cuando era más joven y tratamos de responderlas juntas”, comenta.