Diego Rodríguez Miranda, ex canterano de Pumas detenido la noche del jueves por su presunta participación en actividades ilícitas como narcomenudeo y extorsión, era considerado un zaguero central con futuro. En agosto de 2014, el técnico Raúl Alpízar lo hizo jugar por primera vez en la categoría Sub-17 ante el América, en un partido donde también estuvieron Edson Álvarez, Sebastián Córdova, Alan Mozo y Carlos Gutiérrez, quienes hoy se mantienen en Primera División.
Explicar qué pasó después en su carrera no resulta sencillo para David Patiño, responsable de su debut en la Liga en 2018; pero sir-ve de alguna manera como llamada de atención para la formación de los jóvenes. “El entorno donde vivía el More no era desconocido para la institución”, dice en entrevista. “Se hicieron intentos internos de alejarlo de ahí, pero al final nadie sabe con quién se junta o qué hace en sus tiempos libres. Su caso es un reflejo de hacia dónde te pueden llevar ciertas decisiones”.
A Rodríguez, joven de 25 años, físico atlético, piel morena y barba de candado, algunos lo llaman Kalusha por su parecido con el ex delantero zambiano que jugó con las Águilas en los años 90. Para otros, es só-lo el More. Conocedor de su posición, Alpízar siguió su proceso desde los 16 años y fue tal su confianza que le dio la titularidad en sus últimos dos partidos de la temporada. Eran tiempos en que los canteranos tenían como referencia a Darío Verón y Marco Antonio Palacios, titulares en el máximo circuito.
“Diego era un defensor con buena técnica, fuerte, que ganaba sus juegos individuales. Tenía condiciones muy importantes para ser un buen central”, recuerda el entrenador universitario; “desafortunadamente, se combinaron la necesidad y la posibilidad de tener dinero de otra manera”.
Rodríguez era un carbón en camino a transformarse en un diamante. Como Mozo, Jerónimo Rodríguez, Pablo Bennevendo y Santiago Trigos, quienes fueron parte de su generación, el joven zaguero contó con todos los recursos para proyectar su carrera hacia la Liga Mx.