Sobre Salud en tu vida, salud para el bienestar, la Ciudad de México comunicó que “reforzaría los programas de salud comunitaria” (La Jornada, 8/8/21). Ello supone que los hay y que son varios. Lo cual no se ajusta a los hechos. El programa pudiera ser, ciertamente, preventivo, pero todavía no de salud comunitaria. ¿Por qué buscar identificar lo preventivo con lo comunitario? ¿Por qué usar comunitario como sinónimo de población? La entera estrategia frente al covid-19-CDMX: Programa Prioritario APS está atravesada por la misma imprecisión conceptual.
La Ciudad de México quiere identificar como “comunitario” a la población que constituyen sus usuarios potenciales y que podrían recibir visitas de brigadas de salud (no siempre definidas de manera adecuada y dando por supuesta su composición) para ser identificados, con o sin riesgo de padecer alguna enfermedad crónico-degenerativa. Y, en esta medida, ser propensos a recibir recomendaciones para evitar el consumo de los productos chatarra y hacer ejercicio. Lo cual, es muy oportuno y sólidamente preventivo, pero no es salud comunitaria.
Después se informó (La Jornada, 14/8/21) que habían iniciado las “visitas casa por casa de las brigadas” detectando “más de 4 mil enfermos, a quienes se les darán (como comunidad/población/usuarios) indicaciones “de lo que todos tienen que hacer”. No el cómo lo podrían hacer.
El habitus-médico ubica a los potenciales enfermos como sujetos que se “desviaron” de una “buena” (su propia) salud. Por tanto, la cura consiste en reprogramarlos, señalándoles lo que ahora tienen que hacer “bien” y evitando lo que “antes” hacían mal. Pero existen otras alternativas: aceptar que los seres vivos no pueden controlarse desde el exterior con intervenciones directas. Aunque se puede, sin duda, influirlos provocándolos, inquietándolos o motivándolos. Uno de los aspectos clave que se extravía en la educación para la salud tradicional es que no se trata de “informar”: sino de motivar al paciente a cambiar. De “impulsarlo” para comenzar su acercamiento hacia “otra” forma de ser que le permita sobrellevar de mejor manera su enfermedad.
Así que el impacto preventivo de Salud en tu vida depende, con mucho, de evitar entregarles a los usuarios dos listados: uno con alimentos prohibidos y otro con permitidos. Porque indagar a fondo si esos listados guardan alguna relación con la alimentación cotidiana escapa a la visión programática. Y sin embargo, la solución médico-técnica: distribuir listados, avasalla por su enorme fracaso y especialmente por su notable reduccionismo.
Pero lo más grave es la manera en que esta visión programática del habitus-médico, sesga y excluye los profundos procesos individual-colectivos-sociales (filosóficos, históricos, económicos, antropológicos y hasta biológicos) de las personas usuarias. De tomarlos en cuenta se permitiría atisbar el hondo reduccionismo de ese habitus que seguirá atropellándolos en tanto no se altere de fondo el paradigma, vía un efectivo trabajo comunitario, tal y como lo prescribe la estrategia de atención primaria a la salud (APS). En Salud en tu vida, se solicita que las personas-usuarias se hagan responsables de su salud. Pero, desafortunadamente, no todas tienen los elementos precisos para poder hacerlo.
Salud en tu vida presume haber “detectado” mil 500 enfermos crónico-degenerativos diarios en un mes, gracias a la acción de las brigadas de salud que hicieron la debida referencia de los pacientes hacia algún módulo de los 117 Centros de Salud (La Jornada, 13/9/21). Difícilmente se puede tratar de un “avance”, dado que sólo se está identificando la magnitud del daño que pudo evitarse con una real estrategia de atención primaria a la salud: educación, promoción y autocuidado “casa por casa”. El daño es sólo parte del problema. Otra parte, aún más grande, es la población en vías de padecer crónico-degenerativas.
Posteriormente, Salud en tu vida presumió también haber “detectado” un millón 205 mil 564 personas (La Jornada, 16/1/22). La prevención, sin duda, se puede hacer en cualquier momento. Pero mientras más tarde, mayor acumulación de daño. ¿Más cifras de personas con daño son un avance?
La clave está en cómo la comunidad podría anticiparlos. Seis meses después de iniciada, la estrategia programática sólo ofrece que se “integrarán” comités de salud en las comunidades. En el marco de la APS, ellos deberían haber sido el punto de partida.
Sin embargo, con rapidez, la Ciudad de México concluye que: “de esta manera, las personas toman la salud en sus manos y el gobierno de la CDMX pone a su disposición los recursos médicos, de prevención, medicación y hospitalarios para mejorar su calidad de vida”, subrayando el hecho de que ha sido por la epidemia y lo que de ella hemos aprendido –el miedo– por lo que cada uno debe responsabilizarse de su salud: evitar enfermar gravemente. Más miedo. ¿Tiene todo esto algo de comunitario?
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco