Londres. Gran Bretaña se enfrentará a una “crisis humanitaria” este invierno por las difíciles decisiones que el aumento de las facturas de energía impone a los hogares con bajos ingresos, lo que podría causar graves enfermedades físicas y mentales, informó ayer un grupo del sector de la salud.
El primer ministro, Boris Johnson, se ha resistido a los llamados para que dé más apoyo a las familias que luchan con pagos más altos, insistiendo en que su gobierno dejará las principales decisiones fiscales a quien lo releve en el cargo a principios de septiembre.
Matthew Taylor, director ejecutivo de la NHS Confederation, que representa a las organizaciones del sector sanitario, aseguró que la situación podría provocar brotes de afecciones respiratorias, enfermedades mentales, empeorar las condiciones de vida de los niños y aumentar la presión sobre el Servicio Nacional de Salud, que ya está al límite.
En tanto, las huelgas contra una inflación disparada en Reino Unido paralizaron ayer casi totalmente los transportes públicos en Londres, entre ellos los autobuses.
Reino Unido vive una ola de huelgas masivas en los transportes, correos y puertos desde el jueves, el mayor movimiento social de este tipo en décadas.