El 9 de agosto se conmemoró el aniversario 19 de la creación de los caracoles y las juntas de buen gobierno (JBG), que sustituyeron a los Aguascalientes y sus autoridades, y que constituyen las formas regionales o zonales del autogobierno de pueblos (tseltales, tojolabales, mames, tsotsiles, choles y zoques), comunidades y municipios que se agrupan en torno al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En 2019 el EZLN informó sobre la creación de otros siete caracoles, además de los cinco existentes, y cuatro nuevos municipios autónomos rebeldes zapatistas (Marez), para conformar un total de 43 instancias de autogobierno a partir del principio del mandar obedeciendo, en lo que se consideró, por el subcomandante Moisés, como la ruptura del cerco contrainsurgente y la derrota de su estrategia de cooptación clientelar, impuesta por los sucesivos gobiernos. Así, las sedes de estos caracoles fueron instaladas en territorios de municipios oficiales: cuatro en Ocosingo, Amatenango del Valle, Tila y San Cristóbal de las Casas, mientras los cinco originales se encuentran en La Realidad (Selva fronteriza), Morelia (Tsots Choj), La Garrucha (Selva Tseltal), Roberto Barrios (Norte de Chiapas) y Oventic (Altos de Chiapas).
Conceptualizando el proceso autonómico de los mayas zapatistas como avanzadas formas de resistencia antisistémica, durante estos 19 años se ha profundizado en los caracoles la transformación de los sujetos sociales en múltiples direcciones, siendo una de las más importantes su lucha contra el patriarcado, y por cambiar las relaciones de género, que se inició desde los años de la clandestinidad, y que se expresó en la ley revolucionaria de mujeres, que en marzo de 1993 significó el “primer alzamiento” antes de 1994, en la organización guerrillera, según relato del entonces subcomandante Marcos.
Los encuentros de miles de mujeres procedentes de decenas de países, convocadas por el EZLN en territorio rebelde, como el de 2019, han sido importantes plataformas en la lucha para detener la violencia contra las mujeres y los feminicidios, y por desplegar un feminismo de raíces comunitarias de alcances y profundidades históricas.
Pablo González Casanova en su ensayo “Los caracoles zapatistas: redes de resistencia y autonomía” señala que: “La idea de crear organizaciones que sean herramientas de objetivos y valores a alcanzar y hagan que la autonomía y el ‘mandar obedeciendo’ no se queden en el mundo de los conceptos abstractos ni de las palabras incoherentes es una de las aportaciones más importantes de los caracoles”.
Ciertamente que esta readecuación y fortalecimiento de los gobiernos autónomos en sus tres niveles, durante estos 19 años, han permitido consolidar estructuras políticas, económicas, sociales, culturales, educativas, de justicia y salud, con sus correspondientes infraestructuras, en una red multicultural y multilingüe que no sólo ha logrado una regionalización democrática participativa de las comunidades y pueblos integrantes del EZLN, sino que, a partir de una política de hermandad y conciliación (ejercicio de hegemonía), se han ido ganando a amplios sectores de los “partidistas”, como lo demuestra el aumento exponencial del mandar obedeciendo en el territorio chiapaneco. Este desarrollo cualitativo de las autonomías, a su vez, hace más sustentable el proyecto zapatista frente al acoso contrainsurgente-paramilitar, haciendo más vigente la hipótesis de la red del proyecto Latautonomy, y su trascendencia emancipatoria: “La sostenibilidad de un sistema autonómico depende de su capacidad de vincular el nivel de comunidades locales con una estructura regional de manera horizontal e interactiva. A través de una integración desde abajo, se deben crear estructuras políticas-económicas participativas que se articulan tanto dentro de las autonomías multiculturales como hacia afuera, generando un proyecto de sociedad alternativa.” (Leo Gabriel y Gilberto López y Rivas, coordinadores. El universo autonómico. Propuesta para una nueva democracia. Plaza y Valdés, México, 2008, p. 28).
La convivencia armónica de pueblos, que a lo largo de estos años ha creado una identidad cultural propia –maya zapatista–, que ha logrado superar los conflictos interétnicos tan frecuentes en otras latitudes, comprueba la veracidad de la hipótesis de la cohesión cultural, que plantea: “En cuanto mayor es el grado de identidad cultural, mayor es la efectividad de un sistema autonómico” ( ídem, p. 36). Igualmente, la hipótesis de gobernabilidad , que establece que: “Cuanto más eficientes son los mecanismos de solución de conflictos aplicando el derecho consuetudinario en el ámbito local y regional, mayor es la sostenibilidad política del sistema” (p. 48), se ha venido patentizando en estos 19 años de existencia de los caracoles.
Felicidades, EZLN. ¡Otro mundo es posible!