Montreal. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, nombró el viernes a la jueza indígena Michelle O'Bonsawin para integrar la Corte Suprema, una primicia histórica en un país en proceso de reconciliación con sus pueblos indígenas.
Miembro de la Primera Nación Odanak, en Quebec, O'Bonsawin formaba parte de la Corte Superior de Justicia de Ontario desde 2017 y habla francés e inglés.
"Me complace anunciar el nombramiento de la jueza Michelle O'Bonsawin en la Corte Suprema de Canadá, un organismo reconocido en todo el mundo por su solidez, excelencia e independencia", dijo Trudeau en un comunicado.
O'Bonsawin se ha especializado a lo largo de su carrera en diversas áreas, incluidas las de salud mental y derechos humanos.
"Como mujer indígena que creció en el norte de Ontario me di cuenta de la necesidad de personas dedicadas a brindar una voz fuerte y representativa a aquellos que no pueden hablar por sí mismos", escribió en su formulario de presentación de candidatura divulgado por el gobierno.
Un procedimiento no vinculante debe aún llevarse a cabo a fines de agosto ante el Parlamento previo a que la magistrada asuma el cargo.
El nombramiento de Michelle O'Bonsawin es el segundo consecutivo en la Corte Suprema. El año pasado, Mahmud Jamal se convirtió en la primera persona no blanca nombrada para el tribunal.
En los últimos años, Canadá se ha enfrentado a un capítulo oscuro de su pasado: el abuso y la muerte de niños indígenas enviados a internados dirigidos por católicos entre fines del siglo XIX y la década de 1990.
En ese lapso, el gobierno de Canadá envió a cerca de 150.000 niños a 139 escuelas de este tipo.
Los menores fueron separados de sus familias, idioma y cultura en un intento por acabar con su identidad.
Muchos de ellos sufrieron abusos físicos y sexuales en las escuelas, y se cree que miles murieron a causa de enfermedades, desnutrición o abandono.
Durante una visita a Canadá el mes pasado, el papa Francisco se reunió con sobrevivientes del sistema de escuelas residenciales y se disculpó por los abusos, que, dijo, equivalían a un genocidio.