Javier Bardem confía en que el público norteamericano disfrutará tanto como el español de “El buen patrón" cuando la película llegue este mes a Estados Unidos.
La sátira de Fernando León de Aranoa sobre el mundo de las relaciones laborales se estrena el 26 de agosto en Nueva York y Los Ángeles antes de llegar al resto de la nación, tras haberse alzado con seis premios Goya (incluyendo a mejor película, actor y director) y haber quedado entre las 15 finalistas al Oscar al mejor largometraje internacional.
“Cuando estuvimos con el tema del Oscar, que estuvo en el ‘shortlist’ (lista corta) e hicimos pases en Nueva York y en Los Ángeles a salas llenas, nos encantó a Fernando y a mí ver lo bien que la gente reaccionaba, cómo el humor llegaba de manera tan directa y tan espontánea a un público americano igual que llegaba al público español”, dijo Bardem en una entrevista reciente con The Associated Press.
“Es una película que se lee bien y que llega de igual manera… La gente preguntaba las mismas cosas y les afectaba las mismas cosas y se reían de las mismas cosas, con lo cual, bueno, ojalá que siga siendo así”, agregó con una amplia sonrisa.
En “El buen patrón”, Bardem da vida a Julio Blanco, un empresario que hace todo lo posible para que su negocio familiar, Básculas Blanco, luzca impoluto antes de la concesión de un premio a la excelencia.
Es un personaje muy distinto al que interpretó en el drama “Being the Ricardos”, el del actor y productor cubano Desi Arnaz, que le mereció su cuarta nominación al Oscar a principios de este año. El astro español ganó el Premio de la Academia al mejor actor de reparto en 2008 por “No Country for Old Men” (“Sin lugar para los débiles”), y en 2001 y 2011 compitió por el de mejor actor por “Before Night Falls” (“Antes que anochezca”) y “Biutiful”, respectivamente.
En una entrevista por videollamada desde Budapest, donde se encuentra filmando la segunda parte de “Dune” ("Duna"), Bardem habló del rodaje de “El buen patrón”, de su proceso actoral y del impacto que ha tenido la paternidad en su vida y su carrera. El actor y su esposa, la actriz también laureada con el Oscar Penélope Cruz, tienen dos hijos: Leo, de 11 años, y Luna, de 9.
Las respuestas fueron editadas para mayor brevedad y claridad.
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AP: El público estadounidense acaba de verte en “Being the Ricardos” y ahora te verá en esta tragicomedia. Como actor, ¿cómo te pasas de un género al otro? ¿Cuál es tu proceso?
BARDEM: Bueno, pues creo que te pasas con la ayuda de mucha gente. Primero el texto, y con las escrituras de nada más y nada menos que Aaron Sorkin (“Being the Ricardos”) y Fernando León (“El buen patrón”), pues ahí está el material, ahí está la guía que te dice “por aquí”. Tú la sigues como puedes, pero eso te lleva directamente a un sitio obligatorio que tiene que ver el proceso, en algún aspecto con el drama, con la oscuridad, y en otro aspecto con lo liviano, con lo divertido, con lo crítico. Segundo, tener un director, o directores como en este caso, que te lleven de la mano. Y luego yo, independientemente, preparo los papeles con mi amigo y maestro Juan Carlos Corazza, que es la persona con la que llevo trabajando y estudiando desde que empecé en esto, que me conoce tan bien que sabe exactamente cómo trabajar y cómo intentar sacar esos colores que sé que el director quiere. En cine trabajamos muy solos, entonces prepararme con alguien como él me ayuda mucho.
AP: Hablas de colores y el personaje de Julio Blanco, como tú mismo dijiste en la ceremonia de los Goya, está lleno de matices. ¿Cómo encontraste su voz? ¿Te inspiraste en alguien en particular?
BARDEM: Realmente, no. Como que fue saliendo mientras leía el guion, me salía algo como, no sé (risas), algo en los labios que — es verdad que conozco un par de personas que tienen un deje parecido que me vinieron a la cabeza; los actores siempre estamos observando y metiendo en la maleta cosas que vemos de otros. Eso me lo tenía guardadito ahí para un personaje, pero no necesariamente me acordé de ellos en ese momento, sino que apareció solo. Pero no fue tanto imitarles a ellos, sino buscar la voz de este tipo, porque había algo ahí que si se decía muy en serio, si se decía de un sitio elegante, bien pronunciado, con sus tiempos, podía coger una importancia que no debería tener y eso lo vimos Fernando y yo. Decidimos buscarlo algo ahí.
AP: La película está llena de situaciones tragicómicas y personajes maravillosos, como tu mano derecha, Miralles (Manolo Solo), o la becaria Liliana (Almudena Amor). ¿Alguna anécdota en particular que recuerdes de la filmación?
BARDEM: ¡Muchas! Recuerdo que rodamos en el pico más elevado de COVID en Madrid, entonces estábamos todos muy atentos a ese asunto. Yo particularmente muy asustado también porque es un personaje que invade el terreno personal, invade el espacio personal. Es un personaje que toca, que abraza, que besa, ¡y nos sentíamos todos justamente en el lado opuesto! Costó un poco romper ese miedo, pero estábamos todos tan igual, que nos fuimos atreviendo poco a poco y se generó algo muy bonito que es, bueno, pues la hermandad, la unión, el grupo, el estar todos a lo mismo, que es algo que se produce a veces, y a veces no, y en esta producción se produjo. Cuando ves que todo el grupo de actores y actrices estamos en la misma energía, en la misma onda — no llega uno, hace lo suyo y se va, sino que lo hacemos para ayudar a lo del otro — eso es muy hermoso.
AP: En una escena tu personaje descubre que Liliana, la becaria con la que se ha acostado, es la hija de unos buenos amigos a la que no veía desde que era pequeña. Tus hijos aún están chicos, pero ¿te ayuda de alguna manera el ser padre a ver o entender tus personajes de otra manera?
BARDEM: Es que me imagino eso, ¡y lo mato! (risas). No, hombre. A ver. Sí. Evidentemente, ser padre te cambia tantas cosas, ¡te cambia la perspectiva de todo! Pero también te ayuda mucho a trabajar, porque se abre una puerta a una vulnerabilidad, a una sensibilidad a lo pequeño, a la fragilidad de todo esto. Porque antes uno, cuando está a solas o con otro adulto, a veces se siente como inmortal; cuando eres padre o madre, sabes que esa fragilidad está ahí y no quieres que toque a los seres que más quieres, con lo cual eres muy permeable a eso. ¡Y eso ayuda! Te sensibiliza, te abre. Y también a mí particularmente me ha ayudado mucho a abrirme a lo divertido, a lo más payaso, a lo más desinhibido. Como el jugar con tus hijos, el decir “mira, ahí voy” sin excusarme, sin justificarme, sin pedir permiso. Ahí voy porque me apetece, y luego ya veremos si funciona o no funciona, que es lo que hacen los niños cuando juegan. Mis hijos me ayudan a jugar así.
AP: ¿Han visto ellos algunas de tus películas?
BARDEM: ¡Ahora estoy haciendo películas para ellos! He hecho una con un cocodrilo en la que canto y bailo, “Lyle, Lyle, Crocodile”, y he hecho “La Sirenita” (ambas actualmente en postproducción). ¡Han visto “Los Ricardos”! Les gustó mucho, aunque a veces — eran pequeñitos y había mucho blablablá, un maravilloso blablablá de Aaron Sorkin — pero bueno, cuando me vieron bailar y cantar se reían porque me vieron ensayar en casa. Y han visto “Piratas (del Caribe)”. Leo, el chico, ha visto “Dune”. ¡Y ahí voy! Haciendo películas para que las puedan ver ellos también.
AP: A lo largo ya de décadas, has sido ampliamente reconocido y galardonado por tu trabajo. ¿Es esto algo que te sigue causando ilusión, o ya estás acostumbrado?
BARDEM: Más que ilusión, lo que me causa es sorpresa el hecho de que todavía, con 53 años, siga trabajando, que me siga ganando la vida con esto, que me sigan llamando y que además, de vez en cuando, les guste lo que hago. ¡Pues es mucho! Todavía me sorprende de una manera real, y no quiero que me deje de sorprender, no quiero que me deje de importar. Quiero seguir intentando hacerlo lo mejor posible y a veces te lo tienes que recordar porque das por hecho cosas que no tienes que dar por hecho.