Si en 2001 Vicente Fox calificó la extranjerización de Banamex (privatizado en 1992 por Carlos Salinas de Gortari) como “la venta del siglo” (que incluyó la voluminosa evasión fiscal “legalizada” de la parte vendedora, con Roberto Hernández como cabeza visible), a estas alturas bien podría denominarse “la compra del siglo” a la efímera intención del gobierno de la 4T de nacionalizar al menos el 51 por ciento de las acciones de ese banco, puestas al mejor postor por su dueña (la trasnacional Citigroup).
Resulta que en la mañanera de ayer el presidente López Obrador narró que “incluso llegamos a pensar en la posibilidad de que la nación fuese dueña de 51 por ciento de las acciones (de Banamex) y que 49 por ciento restante quedara en manos de particulares. ¿Por qué? Porque imagínense, el gobierno maneja 7 billones de pesos de presupuesto y un banco que tenga ese manejo de recursos, si no en exclusiva sí de manera preferente, pues tiene garantizado a un cliente importante”.
Lo cierto es que la participación gubernamental en Banamex rompería el oligopolio financiero –mayoritariamente trasnacional– que de México ha hecho su paraíso y de los mexicanos de a pie sus esclavos (especialmente con las tarjetas de crédito), a quienes carga todo tipo de comisiones y cobra intereses descomunales.
“¿Por qué no lo hicimos?”, dijo el mandatario, “porque ya no tengo tiempo; participar en algo así requiere de más tiempo para dejar consolidado un banco mixto, con participación mayoritaria del gobierno, tendríamos que convocar a inversionistas nacionales, hacer una serie de cambios. Y también imagínense cómo se iban a poner los conservadores. De por sí están muy rabiosos e irritados, decir: ‘ya llegó, ¿no qué no?, ahí está el estatismo, el totalitarismo, el populismo, el comunismo, etcétera, etcétera, etcétera. No, ya vendrán otros. Nosotros estamos sentando las bases para la transformación y aclarando todo, porque todo esto se construyó a partir de mucha manipulación, el pueblo de México no se dio cuenta del atraco”.
Pues bien, como el gobierno canceló esa posibilidad, quien finalmente se quede con Banamex (en realidad con los “segmentos de negocio” que Citigroup ha puesto en venta) sólo consolidará el oligopolio existente en el sector financiero, cuyos actores centrales son dos trasnacionales: la española BBVA y la propia estadunidense que acaparan más de la mitad del mercado. Si se suman otras trasnacionales (Santander, HSBC y Scotiabank) y se agrega el único banco mexicano de gran tamaño (Banorte), entonces seis instituciones financieras controlan entre 85 y 90 por ciento del mercado autóctono.
Cómo olvidar que a la hora de la reprivatización (1991-92), Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe presumían, con la cara más dura que el concreto, que la intención de regresar los bancos a manos privadas era “democratizar el capital”. Ajá, y los “democratizados” hombres de negocios (todos afines al gobierno de entonces) que se beneficiaron exprimieron sus respectivos bancos, violaron la ley y reventaron las instituciones financieras, sólo para que Ernesto Zedillo, con recursos públicos, los “rescatara”, extranjerizara las instituciones y pasara la cuenta a los mexicanos de a pie.
¿Quiénes se han anotado, así sea de forma retórica, para comprar Banamex? Sólo gente muy distinguida y con un historial que rechina de limpio: Germán Larrea (Grupo México), Carlos Hank (Banorte), Ricardo Salinas Pliego (Tv Azteca, Elektra), Carlos Slim (Inbursa, Telmex, Telcel y etcétera) y hasta la española Santander, que ya opera en el país. En castellano simple, los mismos de siempre.
Lástima, pues, que López Obrador no haya dado el paso hacia adelante, y lo que diga la derecha debe valer una pura y dos con sal.
Las rebanadas del pastel
Premio Chimoltrufia para la Suprema Corte de “Justicia” de la Nación: así como en mayo pasado se pronunció en favor de la “libertad sindical” para dar voz y voto, en la junta de gobierno de Notimex, al sindicato independiente de esa agencia de noticias y avaló la participación de éste en un nuevo recuento de votos (dado que el anterior fue fraudulento y llevó a la huelga), ahora, en agosto y mediante un engrose, dice otra cosa y actúa en sentido contrario a la sentencia anterior sobre el mismo asunto y con los mismos magistrados. Y de pasadita eliminó el nuevo recuento. Entonces, mañana, tal vez, la SCJN cambie de posición y brinque a otra muy distinta la próxima semana. Bien ganado el premio.