Investigadores suecos ofrecieron una esperanza a pacientes que padecen ceguera corneal y baja visión, tras desarrollar un implante hecho de proteína de colágeno de piel de cerdo, que se asemeja a la córnea humana, y el cual ya devolvió la vista a 20 personas.
Es un estudio piloto de la sueca Universidad de Linköping (LiU) y del LinkoCare Life Sciences AB, publicado en Nature Biotechnology, cuyos resultados ofrecen una alternativa al trasplante de córneas humanas donadas, que escasean en los países donde más se necesitan.
“Los resultados muestran que es posible desarrollar un biomaterial que cumpla con todos los criterios para ser utilizado como implante humano, que se pueda producir en masa y almacenar hasta dos años y así llegar a más pacientes. Esto nos ayuda a sortear el problema de la escasez de tejido donado y el acceso a otros tratamientos para enfermedades oculares”, señaló en un comunicado Neil Lagali, profesor del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas de LiU, uno de los expertos detrás del estudio.
Se estima que 12.7 millones de personas en el mundo están ciegas debido a que sus córneas, capa transparente más externa del ojo, están dañadas o enfermas. La única forma de recuperar la visión es recibir una de un donante humano. Pero sólo uno de cada 70 pacientes recibe un trasplante. Además, la mayoría de los que lo necesitan viven en países de ingresos bajos y medios en los que el acceso a los tratamientos es muy limitado.
“La seguridad y la eficacia de los implantes de bioingeniería han sido el núcleo de nuestro trabajo”, apuntó Mehrdad Rafat, investigador y empresario detrás del diseño y desarrollo de los implantes. Es profesor asociado adjunto (conferencista principal) en el Departamento de Ingeniería Biomédica de LiU y fundador y director ejecutivo de LinkoCare Life Sciences AB, que fabrica las córneas utilizadas en el estudio.
“Hemos realizado importantes esfuerzos para garantizar que nuestro invento esté ampliamente disponible y sea asequible para todos. Por eso, esta tecnología se puede utilizar en todas partes del mundo”, aseguró.
Otras ventajas
A fin de crear una alternativa a la córnea humana, los investigadores utilizaron moléculas de colágeno derivadas de piel de cerdo altamente purificadas y producidas en condiciones estrictas. La piel del animal que se usa es un subproducto de la industria alimentaria, por lo que es de fácil acceso y económicamente ventajosa, sostuvieron.
Las córneas donadas deben usarse en dos semanas, las obtenidas mediante bioingeniería se pueden almacenar hasta dos años.
Los investigadores también desarrollaron un método mínimamente invasivo para tratar la enfermedad del queratocono, en la que la córnea se vuelve tan delgada que puede provocar ceguera. Hoy día, en etapa avanzada, se extrae quirúrgicamente y se remplaza por una donada y se sutura, cirugía invasiva que sólo se realiza en hospitales universitarios más grandes.
“Con nuestro método, el cirujano no necesita extirpar el tejido del paciente. En su lugar, se hace una pequeña incisión, a través de la cual se inserta el implante en la córnea existente”, explicó Neil Lagali, su autor.
“La incisión se puede realizar con gran precisión gracias a un láser avanzado, pero también, cuando sea necesario, a mano con instrumentos quirúrgicos sencillos.Además, no se sutura. El método se probó por primera vez en cerdos y resultó ser más simple y potencialmente más seguro que un trasplante convencional”, agregó.
El método quirúrgico y los implantes fueron utilizados por cirujanos en Irán e India, donde muchas personas sufren ceguera corneal y baja visión, pero donde faltan de manera significativa córneas donadas y opciones de tratamiento. Veinte personas ciegas o a punto de perder la vista debido a un queratocono avanzado participaron en el estudio clínico piloto.
“Las operaciones estuvieron libres de complicaciones; el tejido sanó rápido, y un tratamiento de ocho semanas con colirio inmunosupresor fue suficiente para evitar el rechazo. Los pacientes fueron seguidos dos años y no se observaron complicaciones durante ese tiempo”, comparten los científicos.
Se necesita un estudio clínico más amplio seguido de la aprobación del mercado por las autoridades reguladoras para que pueda usarse.