Los amparos al depósito legal son promovidos por editoriales, no por autores; lo que está en juego no son los derechos de autor, sino el copyright, afirma el escritor Luigi Amara (Ciudad de México, 1971) ante las nuevas resoluciones que establecen que para la consulta pública de los ejemplares deberá ser autorizada con un permiso otorgado por las editoriales.
“Las editoriales se ven amenazadas por sus ingresos y quieren poner más restricciones con el copyright para satisfacer expectativas de lucro. No aceptan la posibilidad de que haya copias infinitas de un libro electrónico; tiene que estar limitado, porque si no, se pierde el control y el negocio. Es muy difícil estar siempre poniendo candados; habrá la manera de que se rompan, todo candado genera su ganzúa.
“Hay una persecución policiaca de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) con su proyecto ‘pirateca’. No entienden los tiempos digitales que vivimos ni propician una discusión abierta o una búsqueda de soluciones creativas; es un fenómeno que seguirá existiendo.
“¿Cómo concilias estos intereses con instituciones como las bibliotecas, que dan acceso a personas que no tienen recursos? Allí está la pugna. Hay muchas posibilidades. Ampararse en una legislación muy vetusta y limitada responde a otro mundo de sistema de producción y a otra idea de los derechos culturales. Los que están en el amparo simplemente no quieren comprender nuevas propuestas como el copyleft.
“Existen grandes consorcios editoriales en cuya página legal mencionan que está prohibido el préstamo público. No está en operación, pero es un antecedente. Este interés no coincide con las culturas basadas en compartir y prestar. Estos problemas nacen cuando hay un camino policiaco y prohibicionista”, advierte Amara.
Especializado en poesía, traducción, ensayo y otros géneros literarios, el autor señala que en la legislación actual hay un uso abusivo de los derechos, principalmente en el periodo post mortem.
“En México, cuando fallece el autor, su obra no cae en dominio público, sino que es como una especie de limbo para sus herederos o para que las grandes corporaciones sigan lucrando.
“En muchos países se está buscando omitir este lapso. Pero en México se decidió que iba a ser el país con mayor tiempo: son 100 años para que una obra entre en dominio público. Lo importante es que las obras puedan ser disfrutadas, copiadas y escuchadas.
“El depósito legal es una vía para hacerlo en vida, pero también se podría estudiar para hacer un proyecto con un dominio público más amplio, que pasara menos tiempo para acceder a él y que pudieras compartir tus obras en vida.
“Hay muchos autores cuyos herederos no saben muy bien quiénes son, ni dónde están; todos esos podrían entrar de manera directa en el domino público. Por ejemplo, los casos de Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, grandes autores de la literatura mexicana cuyos herederos no se sabe muy bien quiénes son.
“Hace muchos años, hubo un gran escándalo porque el grupo Santa Sabina adaptó un poema de Xavier Villaurrutia para cantarlo; allí surgió un misterioso pariente lejano que entró en pleito legal por los derechos de autor. Es claro que hay un uso abusivo del copyright y de los derechos de autor”, concluye Amara.