Ciudad de México. La venta de forrajes y semillas para animales en el pueblo de San Lorenzo Acopilco, en Cuajimalpa, reafirmó el apego a vivir del campo para Ciro Efrén Nava Ángeles, quien acondicionó un local comercial en su vivienda donde atiende a ganaderos que provienen de las zonas altas de la demarcación y de algunas comunidades del estado de México; ahora el reto es crear dos sucursales en los poblados de La Pila y Zentlapatl.
En septiembre de 2019, Ciro Efrén constituyó la cooperativa Forrajes y Semillas Yesily, Sociedad Civil de Responsabilidad Limitada, conformada por su esposa, dos de sus cuatro hijos y su nuera, por lo que tras los meses más severos de la pandemia se congratuló por mantenerse vigente en el mercado.
Pese a la competencia, expresó, “la cooperativa logró sobrevivir” porque ofrece productos de calidad y “a buen precio”, al explicar que compra directamente a los campesinos de la región más de 30 por ciento de la mercancía con la que forma las pacas de zacate, alfalfa y avena, que sirven de alimento para vacas, caballos y borregos, así como el maíz.
Las pacas tienen peso de entre 12 a 15 kilos, que ofrece a los clientes en 85 pesos, las cuales se distinguen porque “son de temporada”, es decir, no se trata de producción del año pasado, y en el caso de las de avena contienen granos que hacen el producto más nutritivo para los animales.
En entrevista, delineó que el reto no sólo es consolidar las ventas al medio mayoreo de la cooperativa, sino llegar al mayoreo y construir otras dos sucursales que instalará en los pueblos de La Pila y Zentlapatl, en la misma demarcación, a fin de que los clientes acorten la distancia de sus recorridos.
“El reto es crecer, tener por lo menos dos o tres sucursales, con dos bodegas llenas, esa sería la finalidad para los próximos tres años, eso es lo que tenemos planeado, esperamos que crezca el negocio”, dijo, acompañado por sus hijos, nuera y algunos de sus 10 nietos.
Agregó que “ya pasamos lo duro, con lo de la pandemia todos nos las vimos pesado o duro, pero logramos sobresalir, aquí estamos echándole ganas de nuevo para que el negocio crezca, esa es la finalidad”, con lo que estimó que de lograr el reto podrán dar empleo a personas de la comunidad.
“Realmente buscamos llevar los productos a la zona alejada del centro de Cuajimalpa, es decir, a la orilla de la urbanización, porque a nosotros no nos conviene meternos a Cuajimalpa, porque ahí ya no hay animales, hay más competencia, hay mercado”, expuso.
Relató que en la calle Leandro Valle los ganaderos en ocasiones acuden acompañados por sus esposas o miembros de sus familias, por lo que en el local los consumidores pueden adquirir desde elotes recién cortados que compran a campesinos de la zona en cinco pesos, hojas de maíz verde para tamales, avena para atole, frijol negro y flor de mayo a 38 y 36 pesos, respectivamente, un precio menor al que se vende en las tiendas de abarrotes, que es de 45 pesos.
Además, los consumidores pueden adquirir maíz entero para tortillas y también triturado para alimento de pollos, gallos y gallinas; alpiste, semillas de girasol, haba por 60 pesos cuando en las tiendas se vende en 90 pesos. En el local también ofrece a la venta algunos conejos y pollitos que al crecer serán gallos de pelea.
Ciro Efrén, de 61 años de edad y originario del pueblo de San Lorenzo Acopilco, recordó que con el primer apoyo económico que recibió de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo le alcanzó para comprar forrajes y una máquina trituradora con la que comprime el zacate, la avena y la alfalfa para hacer las pacas, incluso del tamaño que las solicite el cliente.
Recordó que hace unos días hizo una segunda solicitud de apoyo a la dependencia, con lo que en caso de que le sea entregado, pretende comprar más producto, y hasta una trasquiladora para borregos.
Aunque su abuelito y papá se dedicaron a la siembra de maíz, Ciro Efrén se quedó sin un pedazo de tierra para seguir trabajando el campo, por lo que durante algunos años fue chofer de un microbús de la ruta Cuajimalpa-Tacubaya, pero se dio cuenta de que no era su ambiente y decidió alejarse: “todos gritan, hasta el checador te grita”. Ahora, añadió, “estoy dejando una fuente de trabajo para mis hijos y me dedico a lo que me gusta”.