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Economía

2022-08-12 06:00

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El 31 de diciembre de 1998, Ernesto Zedillo canceló el subsidio a la tortilla, porque, según dijo, “la apertura comercial, la libre competencia y la entrada de nuevos participantes al mercado bajará el precio de este alimento básico”.
El 31 de diciembre de 1998, Ernesto Zedillo canceló el subsidio a la tortilla, porque, según dijo, “la apertura comercial, la libre competencia y la entrada de nuevos participantes al mercado bajará el precio de este alimento básico”. Foto Marco Peláez
Periódico La Jornada
viernes 12 de agosto de 2022 , p. 20

La inflación pega a todo y a todos, pero ahora el golpe ha dado justo en el centro de la cultura alimentaria nacional, porque el precio de la tortilla –que bien que mal se mantuvo relativamente establece en medio de la pandemia y del conflicto bélico en Ucrania– va para arriba, en una cadena en la que Ernesto Zedillo decidió soltar amarras.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercado (Sniim), de la Secretaría de Economía, en enero de 2020 (poco antes de declararse la pandemia por covid-19) el precio promedio en el país por kilogramo de tortilla fue de 15.07 pesos; un año después, en el mismo mes, se incrementó a 15.55, un aumento de 3.2 por ciento en el periodo.

Sin embargo, para el primer mes del presente año dicho precio escaló a 18.72 pesos, un avance de 24.22 por ciento respecto al precio de enero de 2020 y de 20.4 por ciento en comparación con el primer mes de 2021. El problema es que no quedó allí. Para agosto del presente año (concretamente el día 11) el precio promedio nacional por kilogramo de tortilla escaló a 22.50 pesos, aunque en algunas localidades se llega a expender por arriba de esa cota.

Los casos más recientes documentados por el Sniim indican que en Acapulco, Guerrero, el kilogramo de tortilla se vende a 27 pesos; en Mexicali, Baja California, a 25.86 y en La Paz, Baja California Sur, a 24.50 (estos precios corresponden al 10 de agosto de 2022).

Sobre el particular, el presidente López Obrador subrayó que la tortilla “es fundamental, importantísima” para los mexicanos y “sin maíz no hay país”. Por eso, este alimento está en la canasta básica y “estamos cuidando que no aumente el precio. Lo que no queremos es repartir subsidios a diestra y siniestra, y que ese subsidio no le llegue al consumidor, sino se quede en manos de intermediarios, tenemos que ser cuidadosos en eso, pero vamos a seguir procurando que no aumente el precio de la tortilla”.

Dijo el mandatario: “mido el incremento al salario a partir del precio de la tortilla. Hace 30 años un salario mínimo alcanzaba para comprar 50 kilos de tortilla, y con la política neoliberal se cayó el (poder adquisitivo del) salario. Yo no sé cómo hay gente que sigue apoyando eso”. Cierto es, pero esa medición la hace el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, que realiza un gran trabajo.

en efecto, de acuerdo con el CAM, el primer día de enero de 1982 con un salario mínimo se adquirían 51 kilogramos de tortilla; para finales de octubre de 2018 ese miningreso apenas compraba 6 kilogramos. Hoy, ante la escalada de precio, con un salario mínimo (172.87 pesos) se compran, en promedio, 7.68 kilogramos y 11.57 si se considera el fronterizo (260.34 pesos). Y lo mismo sucedió con otros alimentos básicos (leche, pan, frijol, huevo, etcétera).

Dice el mandatario que no se trata de “repartir subsidios a diestra y siniestra”, pero no en el caso de los alimentos populares, destacadamente la tortilla, pues algo similar, aunque con un objetivo distinto, utilizó Ernesto Zedillo como pretexto para borrar del mapa el apoyo presupuestal al precio de la tortilla, mientras canalizaba “apoyos” a la minoría rapaz de forma por demás generosa, amén de llevar a cabo todo tipo de “rescates”, a costillas del erario, comenzando con el bancario.

Es necesario mantener activa la memoria (todos, en todo, siempre), porque los mexicanos están hartos de ver y sufrir con la misma película. Así, hay que recordar lo que en materia de subsidios dijo e hizo Ernesto Zedillo a lo largo de su gobierno, especialmente el 31 de diciembre de 1998, cuando de un plumazo canceló el subsidio a la tortilla, porque, según dijo, “la apertura comercial, la libre competencia y la entrada de nuevos participantes al mercado bajará el precio de este alimento básico” (“olvidó” mencionar que, gracias a las políticas públicas desde tiempos de Salinas de Gortari, el corporativo Maseca se convirtió, por mucho, en la empresa dominante del mercado).

Ese era el cuento de hadas de Zedillo, pero ¿cuál fue el resultado? Del 31 de diciembre de 1998 al 11 de agosto de 2022 el precio del kilogramo de tortilla aumentó 3 mil 750 por ciento, contra una inflación en el periodo de 212 por ciento (el dato es del Inegi), es decir, una diferencia cercana a 18 tantos entre un indicador y el otro. Y Maseca se mantiene como la mamá de las tortillas.

Las rebanadas del pastel

Otro bulo: “se suspendió el rescate de los mineros” en Coahuila, lo que es rotundamente falso y confirma que quienes divulgan esas mentiras de plano no tienen madre.

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