Manuel Ojeda estaba próximo a cumplir 82 años, e infatigable, conservaba la convicción por su trabajo como actor. A lo largo de su vida participó en múltiples películas y telenovelas, producciones con las que su figura se hizo reconocida, especialmente por sus papeles como villano, y por encarnar a personajes históricos, como Porfirio Díaz o Emiliano Zapata. Nació el 4 de noviembre de 1940 en La Paz, Baja California, y falleció ayer, informó la Asociación Nacional de Actores de cuyo sindicato era miembro.
En su natal Baja California Sur, Ojeda creció como un niño poco sociable, pero con gran imaginación. En una entrevista que circula por Internet, el actor describe sus días en la playa, jugando con la flora y fauna de la región, imaginando mundos distintos. “A mí me hubiera gustado ser escritor, porque si hubiera sido escritor, tal vez vivencialmente hubiera tenido muchas cosas que contar, pero no se me dio la prosa. Se me daba la imaginación pero a la hora de desarrollar un texto no podía”, contó.
Nació en una familia de escasos recursos, como él consideraba. Fue heredero de una familia dedicada al mar, por parte de su madre, y al campo, herencia de su padre. “Entonces vivía esas dos vidas de barcos, del ciclón, del naufragio, y, por otro lado, vivía de los caballos, de la palma y de los tractores. Entonces mi vida fue dividida entre un puerto y un rancho. Realmente yo no recuerdo haber vivido un momento amargo”, relató.
Ya como adulto se desplazó a la capital, donde realizó sus estudios en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), comenzando su carrera en escenarios de teatro. A la televisión y al cine llegó ya en su madurez, tenía más de 30 años cuando participó por primera vez en el tipo de producciones de las que se volvería ícono. La primera cinta en la que apareció fue Canoa, de 1975, basada en la tragedia ocurrida unos años antes en el poblado del mismo nombre, ubicado en Puebla, dirigida por Felipe Cazals.
Sin embargo, fue su segunda película al lado de Cazals, El apando, la que permaneció en su memoria de manera más especial. “Fue una cinta que marcó como un parteaguas, basada en un cuento de José Revueltas. Era una especie de crítica social a los sistemas penitenciarios de esa época, mitad de los años 70. Y todos sabemos que es una experiencia de Revueltas dentro de la misma prisión. Entonces, para mí, fue maravilloso, porque de no haber hecho cine, no habría hecho tele tampoco, tener de pronto la responsabilidad en un guion de ese tipo, con uno de los mejores directores de ese tiempo, que formaron parte de la transición del cine en un momento dado, de temática y de todo, que fue Felipe”, reveló el actor.
En 1978 llegó a la pantalla chica con la telenovela Santa, de Federico Gamboa. La producción sería un rotundo éxito, y a partir de entonces llegaría a formar parte de alrededor de 300 títulos de cine y televisión. Entre sus trabajos más destacados se encuentran El derecho de nacer, Amor ajeno, De pura sangre y El vuelo del águila; además de la películas El elegido, Las Poquianchis, La pasión según Berenice, La casa del sur y Salón México.
Reconocimientos
Su larga y prolífica carrera fue reconocida en numerosas ocasiones. Entre 1977 y 1996, Manuel Ojeda fue nominado seis veces a los premios Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas; obtuvo el galardón en 1980 como mejor actor por Con el infierno de todos tan temido. Otro título destacado en el que participó fue La ley de Herodes. También trabajó en producciones de Hollywood como Romancing the Stone.
En las artes escénicas, participó en obras como El ligue, El gran teatro del mundo, A puerta cerrada y Pedro Páramo, el hombre de la media luna. A principios de este año, el actor apareció en su último melodrama televisivo, Corazón guerrero, interpretando a un personaje bondadoso. En dicha producción, compartió cuadro con Alejandra Espinoza, Gonzalo García Vivanco, Altaír Jarabo y Rodrigo Guirao, entre otros.
Sin embargo, todavía tenía intención de continuar con la actuación. “Me siento muy tranquilo y espero seguir trabajando; tengo por ahí unos proyectos de cine también. Nunca he sentido ningún problema, pero cuando vienen tiempos así como de frío me empieza un poco a doler la rodilla. Es el único problema serio que tengo actualmente. Pero a fin de cuentas tal vez no pueda ya cabalgar muy fuerte, porque también hay que aceptar –hice Zapata, y he hecho muchas cosas también como jinete, con caballos– y bueno, comprendo que ya no estoy en edad para esa agilidad, pero hay muchos personajes que yo todavía puedo interpretar”, señaló en una de sus últimas entrevistas para el canal Las Estrellas de Televisa.
En los años recientes, el actor siguió demostrando su interés por la narrativa escrita, a pesar de nunca haberla podido ejercer. Se presentó en el Palacio de Bellas Artes leyendo parte de la obra de Sergio Pitol y más tarde también prestaría su voz a los textos de Daniel Leyva.
Manuel Salvador Ojeda Armenta tenía 81 años al momento de su fallecimiento, todavía por causas indeterminadas. “No soy millonario, soy una gente que vive al día, pero vivo de mi trabajo, y hago lo que quiero”, afirmaba orgulloso.