Se deben “romper estigmas y prejuicios” sobre los jóvenes, “pedimos dejar atrás las etiquetas que se nos han atribuido. No somos ninis ni de cristal ni mazapanes”, señalaron integrantes de la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno.
En conferencia virtual, realizada con motivo del Día Internacional de la Juventud (12 de agosto), Angélica Jasso, secretaria técnica de la Alianza, habló de “la urgencia de no cerrarles las puertas del trabajo, y mucho menos, por causa de estigmas y prejuicios.
Lamentó que se les descalifique “por su forma de vestir, por tener tatuajes, perforaciones, por su condición socioeconómica, por su edad” y hasta por si tienen el cabello pintado de colores.
Estas etiquetas “son ideas falsas, pero su efecto es real: contribuyen a cerrar las puertas a millones de jóvenes en las escuelas, en el trabajo, y a veces hasta en las familias. Las etiquetas dañan a quienes las reciben y también a la sociedad en su conjunto: generalizan alrededor de ideas erróneas y niegan derechos. Producen exclusión”.
María Fernanda Torres Sánchez, del Centro de Juventud sede Tlatelolco, señaló que “casi una quinta parte de la población joven, declara haber tenido un incidente, donde, sin razón aparente, nos han negado nuestros derechos y 36 por ciento percibe que en el país hay poco o nada de respeto”.
Añadió que las personas jóvenes “hemos padecido discriminación identificando diversos motivos como: nuestro peso o estatura (34 por ciento), nuestra forma de vestir o arreglo personal (30) o simplemente nuestra edad (19)”.
Estigmas arraigados
Aclaró que “ser joven no es sinónimo de irresponsabilidad. Y es que la sociedad comparte prejuicios y estigmas que están muy arraigados; por ejemplo, 40 por ciento de la población justifica llamar a la policía cuando hay jóvenes reunidos en una esquina y 60 por ciento está de acuerdo en que la mayoría son irresponsables”.
Incluso el lugar donde viven influye a la hora de solicitar empleo. Comentó que en trabajos que han realizado en Ecatepec, Tlatelolco y Monterrey “nos han comentado que muchas veces prefieren no decir en una entrevista de trabajo dónde viven o sus lugares de origen, pues esto llega a significar que los empleadores no continúen con la entrevista y menos se interesen en sus competencias”.
Expusieron que “el país tiene 32 millones de jóvenes, en su mayoría con una escolaridad superior a la de sus padres, pero la exclusión del trabajo afecta a 7.5 millones de ellos, y quienes sí han conseguido empleo trabajan en condiciones de precariedad: 10.8 millones no tienen ingreso suficiente para lo más básico y 9.4 millones carecen de acceso a salud y seguri-dad social”.