Sabinas, Coah., Cualquier movimiento de las autoridades y trabajadores en la mina de carbón El Pinabete inundada sirve para mantener vigente la esperanza de encontrar a los 10 mineros que han estado atrapados bajo tierra por cuatro días.
GALERÍA: Coahuila: Laboran día y noche en el rescate de los mineros atrapados.
Instalados en campamentos improvisados, los familiares de los obreros, entre los que se encuentran niños, mostraban la mañana del sábado un optimismo renovado. Desde el miércoles pasado, cuando colapsó la mina ubicada en la comunidad de Agujita, han mantenido una vigilia alrededor del sitio del desastre, durmiendo en sillas de plástico, con abrigos y cobijas desplegados en el terreno polvoriento a la espera de conocer más detalles sobre el estado de sus seres queridos.
“Los otros dos días (previos) no se miraba que hubiera un avance en lo del agua, pero ahorita ya vemos que ha salido mucha en varias partes que han excavado”, dijo a Afp Elva Hernández, suegra de uno de los obreros atrapados.
“Tenemos la esperanza todavía de que ellos estén en alguna parte alta (del interior de la mina), aunque es demasiada agua, pero confiando en Dios…”, añadió esta mujer de 71 años, acompañada de su nieto.
Jaime Montelongo Pérez, esposo de María Elena Chávez, es uno de los trabajadores que no lograron salir y desde entonces siguen atrapados a más de 60 metros de profundidad.
María Elena recupera su fe todos los días e insiste en que de un momento a otro ingresarán las brigadas de rescate para buscar y traer a la superficie a los trabajadores.
Aunque la posibilidad de encontrarlos vivos parece cada vez más remota, los familiares se aferran a los comentarios de algunos de los supervivientes y a la posibilidad de que los mineros hayan encontrado una burbuja de aire.
“Los que alcanzaron a subir y conocen el terreno dijeron que había una bolsa de aire en (una zona llamada) la Campana. Entonces, si (el agua) los arrastró para el lado de la Campana, hay esperanza”, aseguró Blanca Rivera, quien tiene dos primos en la mina.
“Estamos ya cansados, desesperados, pero con un poquito de esperanza”, secundó Cecilia Cruz, y añadió que había escuchado por décadas de accidentes de este tipo en su nativa Coahuila antes del derrumbe que dejó atrapado a su sobrino, Sergio Cruz, de 42 años.
El riesgo de que túneles llenos de lodo se vengan abajo podría imposibilitar la tarea de los equipos de rescate, incluso aunque logre extraerse el agua de la inundación, destacó. “¿Quieren arriesgar más vidas? Sería una tragedia más grande”, afirmó.
Al crecer la desesperación, algunos, como Santiago Cecilio Moreno –con su hermano y su sobrino atrapados–, intentaban dar ánimos al resto y se mostraban dispuestos a bajar con los buzos.
“Le digo a los familiares que se calmen porque hay que esperar”. Moreno destacó que, aunque los militares tienen más experiencia en buceo, él puede colaborar porque sabe mejor cómo operar allá abajo y no tiene miedo.
Héctor Díaz es uno de los tres obreros que siguen internados. Cuenta cómo escuchó un estruendo, después sintió una ráfaga de viento y vio cómo se inundó en segundos el tiro donde se encontraban trabajando.
También vio que sus compañeros fueron superados por el agua. Para su buena suerte, alcanzó un tubo de aire colocado en uno de los tiros, y después fue arrastrado por la fuerza del torrente hasta llegar a la superficie.
“Pensé: el agua me tiene que levantar”, y así fue, en segundos se encontraba en la superficie guiado por la manguera hasta que pudo salir en otro pozo ubicado a 60 metros de donde entró.
Con información de Reuters, Afp y Ap