Ciudad de México. En Milpa Alta, el sismo del 19 de septiembre de 2017 dañó unas 200 viviendas que el Gobierno de la Ciudad puso como prioridad para atenderlas a través de la Comisión para la Reconstrucción; también sufrió un daño considerable la parroquia del antiguo convento de la Asunción de María, edificada entre 1570 y 1608, al colapsar su torre campanario y ocasionar algunas grietas y fracturas en cúpulas y fachada.
A casi cinco años del sismo, los arquitectos Ricardo Peza Álvarez y Francisco Casado Pérez adelantaron que en unos días el recinto estará listo para retomar actividades, pero la reconstrucción total de la torre llevará unos seis meses más.
En un recorrido por la construcción colonial, de la que dicen no tenían conocimiento alguno hasta hacerse cargo de la restauración, refieren diversos hallazgos, entre los que destacan lo que llamaron la “ingeniería milpaltense”, al advertir que el templo fue construido por la misma comunidad haciendo uso del material más disponible.
“Es un gran logro de la construcción, porque viéndolo desde este lado son personas que se dedicaban meramente a la agricultura y con unas pocas instrucciones lograron construir un inmueble monumental que quizá no se ha tenido la dimensión de verse en la medida que debe tener”, sostuvo Casado.
Otros aspectos relevantes son la referencia arquitectónica de la torre con la del convento de monjas de la Concepción, en el Centro Histórico; elementos decorativos como ángeles y guirnaldas de la misma plantilla que se utilizó en Xochimilco; la reutilización de elementos prehispánicos como partes de un coatepantli (muro de serpientes); pechinas contiguas a las cúpulas que parecen celdas, pero que piensan pudieron tener ventanas hacia el interior y serían espacios donde se cantaban alabanzas, y el sistema constructivo de la escalera de la torre, con arcos rampantes que se soportan unos con otros, sostenidos solamente con los muros perimetrales y cuya reconstrucción ha sido lo más difícil de la intervención.
La construcción, explicó Peza, tuvo intervenciones que pudieron contribuir a los daños por el sismo, como rellenos para modificar el drenaje pluvial y la sustitución de la campana por una más grande, que obligó a adecuar el vano del cajón del campanario para meterla y un sistema de sujeción inadecuado que hicieron que se convirtiera en una bola de demolición.
La torre, explicó, más que desplomarse, se desmoronó y parte del trabajo fue revisar piedra por piedra de los escombros para recuperar elementos que puedan reintegrarse a su lugar original a partir de la evidencia documental y las mismas características de la pieza, o en su caso hacer una igual.