Sabinas, Coah., Las horas pasan con lentitud en el improvisado campamento que habilitaron familiares de los 10 trabajadores que continúan atrapados en la mina de carbón El Pinabete, que se derrumbó e inundó en la comunidad Villa de Agujita, mientras se incrementa la desesperación por las condiciones en que se encuentran los mineros. Para algunos, la tragedia también ha sido un momento para reflexionar si vale la pena jugarse la vida así.
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En tanto, de los mineros que lograron salir, tres permanecen internados en la clínica 24 del IMSS en Nueva Rosita, municipio de San Juan de Sabinas, y dos más fueron dados de alta.
Jesús Mireles Romo, de 24 años, fue de los primeros familiares en llegar al lugar del accidente, incluso antes que las autoridades. Su padre, José Luis, está atrapado. “Me duele la desesperación, no saber qué pasa. ¿Hasta cuándo voy a volver a verlo?”, expresó a Afp mientras su voz se resquebraja entre llanto y angustia.
El joven no se ha movido del lugar desde la tarde del miércoles y con sus dos hermanos trató de auxiliar a los accidentados antes de que el personal del gobierno asumiera el rescate.
“Es doloroso ver a tus hijos, que no pierden la esperanza de volver a ver a su papá”, expresó Claudia Romo, la madre de Jesús, de 45 años.
“Lo único que nos dicen es que están extrayendo el agua, pero no nos dicen si hay avances o no”, aseguró María Rodríguez, madre de otro trabajador atrapado.
Érika Escobedo, quien espera noticias de su esposo, Hugo Tijerina, de 29 años, confesó que busca mantenerse fuerte ante cualquier desenlace. “Necesito estar controlada para lo que venga y cualquier cosa que me digan”, afirmó la joven de 27 años, quien ha tenido que acomodar la versión de los hechos para proteger a sus hijos. “Les digo que su papá ya salió; están tranquilos ahorita”, confesó.
Blasa Maribel Navarro también aguarda tras el perímetro de seguridad formado por agentes de la Guardia Nacional. Su primo Sergio Cruz, de 41 años, llevaba sólo dos meses trabajando en esta mina, pero varios años en el peligroso oficio de extraer carbón para mantener a sus dos hijas.
“Es que siempre es la inseguridad del trabajo”, lamentó Navarro. “Con el riesgo que hay y la necesidad en casa, es a lo que llegan, ¿verdad?, a trabajar en estos lugares”, añadió la mujer, que, pese a todo, mantiene la esperanza de verlo con vida. “Porque confiamos en Dios”, expresó.
Luis Armando también volvió a preguntarse si vale la pena jugarse la vida en las minas de carbón de Agujita, pero debe hacerlo para que sus hijos estudien y no tengan que seguir sus pasos.
“Cuando está todo bien, no piensas en el peligro. Pero ya pasan las cosas y piensas en dejarlo, en buscar otro trabajo”, reconoció. Además, cambiar de oficio a los 48 años no parece una opción para él. “Nosotros siempre hemos trabajado en esto y es muy difícil dejarlo”, comentó.
“Fue demasiada agua”
Fernando Pompa Orta logró ponerse a salvo. Recuerda que junto a otro sobreviviente salió de la excavación al trepar por más de 60 metros con la ayuda de mangueras.
“Algunos tal vez ni sintieron, tal vez ni se dieron cuenta, porque fue demasiada agua la que nos pegó. Jamás había visto yo una cantidad así de agua”, contó a la estación de radio XHENR, de Nueva Rosita.
Cuando las paredes de la mina reventaron y entró el torrente, iba por uno de los túneles rumbo a la plancha, como llaman a la explanada donde se encuentra el bote de acero que, atado a un malacate, entra y sale por el tiro vertical, ya sea con carbón o los trabajadores.