La directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla, sostuvo ante legisladores que en México se aplicó una política de impulso a la “ciencia neoliberal”, que “privilegió el interés particular sobre el general y el propio conocimiento”, y presentó como ejemplo el gasto de 45 mil 700 millones de pesos transferido a trasnacionales entre 2001 y 2018.
En una amplia reunión virtual de trabajo con las comisiones de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados y el Senado, y ante las preguntas de la oposición sobre el conflicto en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, Álvarez-Buylla sostuvo que en los años previos a la renuncia del ex director Sergio López Ayllón, la institución “y muchos colegas funcionaron como si estuvieran en una entidad privada. Algunos investigadores podían tener ingresos millonarios utilizando el membrete para consultorías privadas”.
Insistió en que a pesar del volumen de recursos entregados a la iniciativa privada, “los resultados en innovación fueron ridículamente bajos”, pero se benefició “a grandes empresas que no tenían vocación científica ni tecnológica, incluso trasnacionales como Monsanto, Intel, Kimberly, Continental, Volkswagen y Mabe”.
Consideró preocupante que recursos del erario “se hayan designado sin criterio de Estado y beneficio social. Crecieron los negocios, pero la eficiencia de innovación de esta ciencia neoliberal, con corrupción, no se mantuvo al mismo ritmo de aumento del gasto. Otros gobiernos se quedaron callados, pero no podíamos hacer lo mismo… No queremos ciencia para desarrollar armamento o abusar del medio ambiente, en favor de ganancias moralmente inaceptables, sino ciencia para la humanidad”.
En la ronda de preguntas y respuestas, el diputado panista Juan Carlos Romero Hicks aseveró que no hay fuentes, incluso bibliográficas, que hablen de “ciencia neoliberal”, y Álvarez-Buylla dijo: “La ciencia neoliberal es la cooptada y convertida en tecnociencia, que prioriza el interés mercantil de una gran trasnacional por encima de los principios epistemológicos del conocimiento”.
El presidente de la Comisión de Ciencia del Senado, Jorge Carlos Ramírez Marín (PRI), reviró: “La ciencia no admite dogmas. No puedo imaginarme que la vacuna contra el cáncer la descubra un neoliberal. Peor, que alguien a quien tachemos hoy de neoliberal, no cuente con recursos para continuar su investigación y descubra la vacuna más eficiente contra el covid-19 o el siguiente hito en inteligencia artificial”.
Los legisladores de Morena defendieron que, a partir de este gobierno, comenzó a construirse la soberanía tecnológica y dejó de transferirse recursos a empresas, que cuentan con capital para desarrollar sus procesos.
La funcionaria aseguró que encontró un edificio de Conacyt que era prácticamente “una fachada”, una institución que subrogaba funciones sustantivas, que transfirió montos multimillonarios al sector privado a costa del desarrollo social. “Había tendencia privatizadora y debilitadora de los posgrados, convirtiendo la educación en posgrado en un privilegio, más que en un derecho universal… Se enviaba a estudiantes a universidades depredadoras de bajísimo nivel”, expuso.
Incluso señaló “que las becas de Conacyt se usaron como señuelos para estos negocios, que no posgrados”, y que el enfoque privatizador fue de tal magnitud que las becas se concentraron en áreas como administración, finanzas, mercadotecnia y comercio internacional.
La diputada Sayonara Vargas (PRI) se refirió a la extinción de los fideicomisos del Conacyt, y consideró un pecado el reintegro a la Tesorería de la Federación de 21 mil 853 millones que había en distintos fondos de la institución. Álvarez-Buylla señaló que se trataba de “recursos pasivos, y dejar esos cuantiosísimos recursos varados eso sí era un pecado”.