Santiago. La Coordinadora Arauco Malleco (CAM), una de varias organizaciones insurreccionales mapuche enfrentadas al Estado de Chile por la recuperación de sus tierras históricas y autonomía, reivindicó la ocupación de siete haciendas forestales en el sur del país, que suman unas 5 mil hectáreas, en lo que describió como el inicio del “proceso de restitución definitiva de los predios demandados”.
La CAM, que opera desde hace unos 25 años en las regiones del Biobío, de la Araucanía y de Los Ríos –unos 75 mil kilómetros cuadrados por los cuales se extiende el Wallmapu o nación ancestral indígena–, respondió así a la decisión del presidente Gabriel Boric de intensificar la persecución penal contra Héctor Llaitul Carrillanca, su fundador y más destacado líder, a quien busca aplicarle la Ley de Seguridad Interior de Estado que pena severamente delitos de terrorismo.
En una declaración, la CAM explicó: “esto se realizará a través de la resistencia y el control territorial, además acciones de autodefensa-resistencia destinadas al desalojo definitivo de las forestales del sector”, pidiendo a las comunidades indígenas “estar atentas y acompañar este significativo proceso de recuperación territorial y reconstrucción político-cultural ”.
Se trata de otra vuelta de tuerca en el cada vez más escalado conflicto entre las agrupaciones armadas mapuches –además de la CAM, la más antigua, operan las resistencias mapuches Lavkenche y Malleco y el Weicha Auka Mapu, éstas tres desde mediados de la década pasada– y el gobierno chileno. Actúan atacando y destruyendo la maquinaria de dos grandes conglomerados forestales instalados en esa “macrozona sur”, que explotan intensivamente unas 4 millones de hectáreas de plantaciones exóticas de pino y eucalipto.
Algunas de esas organizaciones también incendian escuelas, iglesias, maquinaria y haciendas agrícolas, todo aquello que consideran sinónimo de colonización territorial y cultural. Pese al despliegue policial y militar con ingentes recursos tecnológicos, los insurgentes parecen incontrolables, ostentando su capacidad operativa en cualquier momento y lugar.
La semana pasada, en una entrevista, Llaitul dijo que “la prioridad de la CAM es canalizar la violencia hacia el sabotaje” y “atacar al gran capital que ha depredado el territorio mapuche, pero con el énfasis de que “nosotros respetamos la vida de los trabajadores”.
Esa afirmación derramó la paciencia del gobierno, que hasta entonces soportó las presiones para querellarse contra el líder indígena, porque “el gobierno no va a perseguir ideas”, justificó Boric en mayo, e insistiendo en un diálogo de paz que de momento es rechazado por las agrupaciones rebeldes.
Fue el gobernante quien explicó su decisión: “Héctor Llaitul ha tenido muchos dichos y los de ahora son muy graves pues se atribuye la autoría de delitos. (…) Ampliamos la queja pues hubo una autoatribución de delitos en las últimas semanas”.
Ofensiva de toma de predios
Vino entonces la vuelta de mano de la CAM, anunciando su ofensiva de ocupación de predios, argumentando que “las expresiones del capitalismo y colonialismo se siguen reproduciendo en nuestras tierras, y aunque quieran disfrazarlas de un ‘progreso sustentable’ típico de las seudoizquierdas, las seguiremos combatiendo por todo el territorio”.
La organización se volvió crítica de Boric cuando hace dos meses, en medio de una oleada de ataques incendiarios, decretó el estado de excepción constitucional en el Biobío y La Araucanía, desplegando tropas de la marina y el ejército. “Desde entonces se han elevado las exportaciones forestales y el extractivismo en el Wallmapu, así como la represión y criminalización mediática y política de las organizaciones revolucionarias mapuche, mientras la clase política y la Convención Constituyente se llenan la boca hablando de plurinacionalidad y otros inventos neoliberales”.
Los ataques continúan. Anteayer la resistencia mapuche Malleco prendió fuego a cuatro aviones en la localidad de Curacautín, mientras en Pillanlelbún fue quemada la casa principal del Rancho San Fernando. Ayer, en el poblado de Lautaro, las llamas arrasaban con instalaciones del Fundo Miraflores.