Washington. El Departamento de Justicia intenta convencer a un juez federal de que la fusión propuesta por Penguin Random House y Simon & Schuster dañaría las carreras de algunos de los autores más populares, y para eso cuenta con el testimonio de un escritor que ha prosperado como pocos: Stephen King.
El autor de Carrie, El resplandor y muchos otros éxitos literarios se ha prestado voluntariamente, incluso con entusiasmo, a declarar en contra de Simon & Schuster, su editorial desde hace años. No fue elegido por el gobierno sólo por su fama, sino por sus críticas públicas al acuerdo de 2 mil 200 millones de dólares anunciado a finales de 2021 para unir a dos de las editoriales más grandes del mundo en lo que el director ejecutivo rival, Michael Pietsch, de Hachette Book Group, denominó una entidad “enormemente prominente”.
“Cuanto más se consoliden las editoriales, más difícil será para los editores independientes sobrevivir”, tuiteó King el año pasado.
Se esperaba que King, un autor fácil de reconocer por sus gafas pequeñas y cara demacrada, se sentara en el banquillo de los testigos ayer, en el segundo día de un juicio antimonopolio federal que se prevé que dure dos o tres semanas.
Puede que no tenga el conocimiento empresarial de Pietsch, el primer testigo del Departamento de Justicia, pero es un novelista reconocido desde hace casi 50 años y sabe bien cuánto ha cambiado la industria: algunas de sus antiguas editoriales fueron adquiridas por empresas más grandes. Carrie, por ejemplo, fue publicada por Doubleday, que en 2009 se fusionó con Knopf Publishing Group y ahora es parte de Penguin Random House. Otro antiguo editor de King, Viking Press, era un sello de Penguin que se unió a Penguin Random House cuando Penguin y Random House se fusionaron en 2013.
King siente una afinidad personal por las editoriales más pequeñas. Incluso mientras continúa publicando con el sello Scribner, de Simon & Schuster, ha escrito novelas de suspenso para la independiente Hard Case Crime. Hace años, la editora le pidió que contribuyera con una nota publicitaria, pero King se ofreció a escribir una novela para ellos, Colorado Kid, publicada en 2005.
“Estaba saltando de alegría por dentro”, recordó el cofundador de Hard Case, Charles Ardai, cuando King lo contactó.
El propio King probablemente se beneficiaría del acuerdo Penguin Random House-Simon & Schuster, pero tiene un historial de favorecer otras prioridades más allá de su bienestar material. Durante mucho tiempo ha sido un crítico de los recortes de impuestos para los ricos, incluso cuando “los ricos” seguramente incluyen a Stephen King, y ha pedido abiertamente al gobierno que aumente sus impuestos.
“En Estados Unidos, todos deberíamos tener que pagar lo que nos corresponde”, escribió para The Daily Beast en 2012.
El lunes, los abogados de ambas partes presentaron puntos de vista contrastantes sobre la industria editorial. El abogado del gobierno, John Read, invocó un mercado peligrosamente estrecho, gobernado estrictamente por los cinco grandes (Pengin Random House, Simon & Schuster, HarperCollins Publishing, Macmillan y Hachette), que deja a las editoriales nuevas o más pequeñas escaso margen para abrirse paso.
El abogado Daniel Petrocelli argumentó a favor de la defensa que la industria era en realidad diversa, rentable y abierta a debutantes. La publicación no sólo se refiere a las cinco grandes, sino también a empresas medianas como W.W. Norton & Co. y Grove Atlantic. La fusión, sostuvo, de ninguna manera cambiaría las ambiciones que tantos tienen por el éxito literario.
“Cada libro comienza como un éxito de ventas anticipado en el brillo de los ojos de un autor o editor”, declaró.