Pese a que en abril del 2021, la Secretaria de Educación Pública (SEP) y la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) firmaron un acuerdo de colaboración para educar en la creación de escuelas limpias y sustentables, lo que contempla fomentar el uso mínimo de residuos plásticos y la práctica de una alimentación saludable en todos los niveles educativos, una auditoría realizada a la basura de un plantel evidenció que ese convenio “no se ha llevado a cabo”.
En un acto realizado a las afueras de la SEP, las organizaciones civiles El Poder del Consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México (RedIm), en donde mostraron de forma física una “montaña de basura” recolectada en julio, tras un día de de jornada escolar, advirtieron que esta circunstancia es preocupante, más aún a unas pocas semanas de que inicie el ciclo escolar y se abran las cooperativas que expenden estos productos al interior de las escuelas.
Liliana Bahena, coordinadora de la campaña Mi Escuela Saludable de El Poder del Consumidor, dijo que si se ingieren 100 calorías extra al día, se propicia a una ganancia de 5 a 6 kilogramos de peso al año. Actualmente, unos cuatro millones niños y niñas tienen sobrepeso y obesidad.
Añadió que hasta ahora “las escuelas son parte del problema de salud y del deterioro del medio ambiente, la basura que se genera al interior proviene, en su mayoría, de empaques de un solo uso de productos ultraprocesados, éstos tardan hasta 450 años en degradarse”.
Así mismo se sabe que uno de cada 2 niñas y niños desarrollará diabetes, en parte, porque 35 por ciento de la ingesta de calorías diarias proviene de productos ultraprocesados que también tienen un impacto negativo en el desarrollo cognitivo y aprendizaje.
Consideró que esta situación deja ver la “incorrecta o nula aplicación” de los lineamientos de alimentos permitidos y no permitidos y recordó que los ultraprocesados también dañan los ecosistemas, representando así una “amenaza para la salud del planeta y de la humanidad”.
Por los hallazgos en el ejercicio, las organizaciones hicieron un llamado para advertir sobre el riesgo a la salud que conlleva el alto consumo de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas en las escuelas, así como el impacto de estos productos en el medio ambiente.
La auditoría realizada por El Poder del Consumidor en julio de este año, arrojó como resultado de la recolección de basura plástica un total de mil 711 residuos contaminantes, de los cuáles mil 238 correspondían a plásticos etiquetados provenientes de jugos y leches con azúcar, dulces, galletas, pastelillos y frituras, envolturas que se han convertido en el tipo de basura más común de cualquier entorno.
Al mismo tiempo, se realizó un análisis de los ingredientes y del contenido nutrimental de veinte productos, entre ellos “Boing fresa, galletas Emperador chocolate, galletas Oreo, Ruffles, Sabritas flaming, Chetos torciditos, Leche Santa Clara sabor fresa, Dan Up fresa”, los que se identificaron como los más consumidos en la escuela.
Se encontró que durante la jornada escolar alumno consume en promedio 550 calorías a través de tres productos ultraprocesados, ello tomar en cuenta las calorías del desayuno y otras comidas del día. “La evidencia científica demuestra que el consumo de productos ultraprocesados se asocia a la inhibición de centros de saciedad lo que induce a que el consumo de estos productos sea en exceso”, indicó Bahena.
Advirtió que el análisis arrojó que los infantes consumen e hasta 15 colorantes diferentes, algunos de los cuales rana prohibidos en otros países porque serán asociados con cambios en el estado de ánimo, hiperactividad, y déficit de atención.
También se encontraron más de 60 aditivos diferentes como conservadores, texturizantes y edulcorantes calóricos y no calóricos.
Estudios han evidenciado que los alumnos tienen hasta cinco oportunidades de acceder a ultraprocesados y consumen más de 500 calorías de alimentos no saludables en un día escolar relacionan principalmente con el aumento de peso y obesidad visceral, problemas metabólicos como aumento de la glucosa en sangre, presión arterial, colesterol, triglicéridos, hígado graso, problemas gastrointestinales y debilitan el sistema inmune.
Tania Ramírez, directora ejecutiva de Redim, expuso que “el derecho a una alimentación sana que deben tener niños, niñas y adolescentes se relaciona también con su derecho a la salud, por lo que es importante que se promuevan como parte del respeto a los derechos humanos que se les deben garantizar a la niñez y adolescencia.
Un medio ambiente sano, vinculado con el acceso a la comida sana, forman incluso parte de las inquietudes y preocupaciones que comparten niñas, niños y adolescentes en los distintos espacios de participación en los que interactúan, tanto en México como en la región, y que se reflejan en las campañas lanzadas por El Poder del Consumidor.
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor criticó el tipo de alimentación que tiene los niños en al interior de las escuelas y recordó que “desde 2010 existen lineamientos para evitar que la comida chatarra y bebidas azucaradas entraran a las escuelas”.
En 2014 como parte de la campaña control del sobrepeso y obesidad, “se fortalecieron estos lineamientos y se establecieron sanciones para las escuelas que nos los cumplieran. Sin embargo reportes de alumnos, maestros y padres de familia frieron que en alrededor de 98 por ciento de los planteles no se cumple, y nunca han sido sancionados”.
Dijo que el nivel de consumo de productos ultraprocesados en los colegios es más alto que los de otros países del mundo, y “es suficiente para que los niños aumenten varios kilogramos al año”.
Recordó que en Mexico en 2021 murieron 150 mil personas por diabetes, lo que se relaciona con la “pésima alimentación, la que es reforzado desde las escuelas. Difícilmente un niño en su casa va a consumir la cantidad de chatarra que consume en la escuela”.