Icono de la ciudad, la “Bola” del Centro Cultural Tijuana (Cecut) que sobresale en el complejo arquitectónico, diseñado por Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Rosen, es un referente del paisaje urbano tijuanense; su museo, salas de exposiciones temporales, las muestras de cine, presentaciones de libros, talleres y espectáculos de toda gama lo volvieron el eje de la vida cultural de esta frontera.
Con la exposición Yo soy el Sol, que narra con fotografías, documentación, maquetas, carteles y planos su construcción –auspiciada por Carmen Romano de López Portillo desde el Fondo Nacional para las Actividades Sociales, Fonapas–, el Cecut empezó una serie de actividades para celebrar sus 40 años.
Al calor del crecimiento de la ciudad –impulsado desde la federación por el Programa de Industrialización Fronteriza (1965), que dio origen al desarrollo maquilador y generó un proceso de migración hacia el norte–, se crearon en los años 70 y 80 varias instituciones públicas que atenderían las necesidades culturales y sociales de la región, en ese contexto nació el Cecut en 1982, la única infraestructura federal de cultura fuera de la capital del país, así como El Colegio de la Frontera Norte (Colef).
En aquella época había una preocupación política desde el centro del país por reforzar los lazos culturales e históricos que nos unen como mexicanos, así que la exposición nos narra que “la misión original” del complejo fue hacer énfasis en el pasado mesoamericano como medida para contrarrestar la llamada “influencia cultural extranjera”, en un sitio donde dos modos de ver el mundo interactúan todos los días.
El domo IMAX, “La Bola”, con 2 mil 200 metros cuadrados de superficie, fue planeado para ser el más moderno en su tipo y es, actualmente, el más longevo de México. Su estructura está cubierta por una membrana de concreto armado de 5 centímetros de espesor que se soporta en pórticos circulares estructurales metálicos y, de los cuales, también se sostiene la pantalla esférica para proyecciones al interior.
El pueblo del sol fue la película dirigida por Alberto Issac que se hizo expresamente para la inauguración del domo y del Cecut, en la que se mostró la riqueza visual del México de los años 80, pero también el arte y la arquitectura de los pueblos originarios. Se exhibió hasta mediados de los 90, en ese afán de que la población no perdiera el hilo conductor que la une a un pasado prehispánico.
También hubo exhibiciones fotográficas sobre la península y en la sala de espectáculos se montó la obra de teatro De acá, de este lado, que abordó la vida fronteriza y la migración, y se centró no en el drama de quienes cruzan, sino de los que se quedan, de quienes aguardan el regreso.
Además, hubo una muestra con los hallazgos arqueológicos del Templo Mayor donde estuvieron, por supuesto, José López Portillo y su esposa Carmen Romano en la inauguración. Los recursos salieron del Fonapas, un instrumento que el entonces presidente entregó a Romano para auspiciar todos sus proyectos. En la exposición Yo soy el Sol se cuenta que la esposa de López Portillo era amiga de Elena Victoria de la Madrid, directora estatal de Fonapas y esposa del gobernador del estado Roberto de la Madrid.
Durante la inauguración de esta muestra histórica, la directora del Cecut, Vianka Robles Santana, recordó que el 20 de octubre de 1982 la institución abrió sus puertas y 40 años después conserva su esencia, que es promover las artes y las expresiones culturales, difundir el patrimonio tangible e intangible de México y ser un espacio dedicado a atender las necesidades culturales de la ciudad.