Las agresiones a mujeres con sustancias químicas, corrosivas, inflamables y ácidos no son algo nuevo. Ahora son más visibles y a causa de la impunidad también son más frecuentes este tipo de violencias machistas, consideraron activistas y defensoras de los derechos de este sector y sicólogas feministas.
“Los hombres lo hacen porque pueden, y porque saben que no pasa nada”, refirió a La Jornada Ximena Canseco, de la Fundación Carmen Sánchez. Añadió que estas acciones deben reconocerse como “violencia feminicida, que ponen en riesgo la vida de las mujeres en el momento del ataque y en los meses y años posteriores, por el tipo de secuelas, tanto físicas como sociales, sicoemocional y económicas”.
Además, quienes sobreviven “están en riesgo de accidente fatal, porque quedan con discapacidad física de manera permanente, algunas pierden los ojos, la movilidad y la funcionalidad, y están en riesgo de suicidio a causa del estrés postraumático y el miedo a un segundo ataque, pues en la mayoría de los casos los agresores están libres”.
Wendy Figueroa, sicóloga feminista, expuso en entrevista que esta violencia tiene “una altísima carga simbólica. Además, pretenden marcar de por vida a las mujeres. Es no sólo dejar el rostro y el cuerpo desfigurado, sino que es una huella dramática e imborrable. Esa es la marca de posesión de un machista y de un sistema patriarcal que percibe a las mujeres como objetos para tener”.
Ambas coincidieron en que son agresiones que han existido históricamente en diversos países del mundo, aunque se tenía percepción de que en México eso no ocurría. El primer caso de ataque con ácido que documentó la Fundación Carmen Sánchez es de 1988, el de María Alejandra, a la cual la organización acompaña.
“Este es un problema grave, complejo y que lleva ocurriendo por unas tres décadas”, indicó Canseco, quien agregó que se deberían tener protocolos de atención médica para quienes son víctimas de estas violencias, pues uno de los problemas, por ejemplo, en el caso de agresiones con ácido, es que la demora y la atención deficiente inciden en los daños que provocan las sustancias.
En “la última década al menos 500 mujeres han sido atacadas con sustancias químicas en el contexto de violencias machistas”, indicó Canseco y, en el caso de los ataques con ácido, dijo que la Fundación ha documentado “33 casos de 1988 a la fecha”. Asimismo, “desde 2018 notamos que hubo un aumento significativo, en 2021 registramos al menos nueve casos y no significa que sean los únicos. Hay una cifra negra”.
Figueroa comentó que aumentar la penas para castigar a los diversos tipos de violencias machistas en contra de las mujeres, sobre todo de aquellas que son un intento de feminicidio, como es en el caso de uso de solventes y ácidos, debe ir acompañado de una procuración de justicia adecuada para acabar con estas “formas devastadoras de violencia machista contra las mujeres”.
Dijo que lo que prevalece es la “injusticia e impunidad, el mensaje que se manda a los agresores es que no pasa nada” y, aunado a ello, cuando los casos se investigan, las fiscalías culpan a las mujeres por lo que les ocurrió.