“Y no conozco a un alma que no haya sido golpeada / No tengo un amigo que se sienta tranquilo / No conozco un sueño que no haya sido destrozado /… Aun así, cuando pienso / Del camino sobre el cual estamos viajando / Me pregunto qué es lo que salió mal… Llegamos en las horas más inciertas de esta época…”
Estos versos de American Tune, de Paul Simon, identifican acertadamente algunas de las esencias del momento actual en Estados Unidos a pesar de que fue escrita en 1973.
Se desmoronan rápidamente los mitos fundamentales y necesarios, para bien y para mal: eso de libertades civiles y derechos, junto con los engaños sobre las bondades y la “misión divina” de esta democracia/imperio. La cúpula política sólo cuenta con un viejo vocabulario y paradigmas obsoletos repletos de nostalgia de guerra fría con qué enfrentar esta crisis sin precedente.
Nunca antes se ha hablado tan abiertamente de una crisis existencial: sobre si la democracia estadunidense sobrevivirá o no, sobre si el planeta sobrevivirá el cambio climatico. En torno a la tercera amenaza existencial, tal vez sea consuelo perverso que no es tan nueva: desde hace más de 75 años siempre ha estado presente la absurda y obscena posibilidad de un enfrentamiento apocalíptico entre potencias nucleares, hoy día entre Estados Unidos/OTAN y Rusia, y por otro lado China.
Casi todos los días despiertan con otra alerta más de la comunidad científica sobre las implicaciones mortales de extraer, producir y emplear otra gota de petróleo para el futuro de las próximas generaciones, o como lo formuló Antonio Guterres de la ONU: “tenemos una decisión: acción colectiva o suicidio colectivo” para poner fin a la “adicción” a los combustibles fósiles.
Estados Unidos es el líder mundial histórico en generar el calentamiento global y, como tantos otros, vive en una realidad política esquizofrénica en torno a la crisis ambiental. Mientras se congratula por promover una ley con la serie de medidas más ambiciosas en una generación para abordar el cambio climático, el gobierno, a la vez, como tantos otros, permite mayor producción de petróleo y gas.
Al mismo tiempo, Estados Unidos está aprobando otro presupuesto récord de gasto militar para mantenerse como la suprema potencia de toda la historia, supuestamente para defender “la democracia y la libertad” a nivel mundial, las cuales no está logrando proteger ni dentro de su propio territorio.
Van siete años de una serie sin precedente de delitos graves antidemocráticos, incluido un intento de golpe de Estado, donde hasta la fecha el autor intelectual y el responsable principal aún no ha tenido que rendir cuentas. (https://twitter.com/donwinslow/status/ 1552761592139223040).
Aquí se está jugando la vida o muerte de esta república democrática, afirman desde ex jefes militares hasta líderes políticos, incluido el propio presidente actual; aquí, advierten y reconocen los líderes mundiales en sus grandes reuniones, se está jugando el futuro del planeta al aceptar el veredicto de la comunidad científica, sólo para regresar a casa para jugar con el “suicidio colectivo”. Y ni hablar de aquellos supuestos estadistas y todos sus intelectuales militares, jefes de “seguridad nacional” y otras cosas que no son más que una patética bola de mentes infantiles armadas con suficientes juguetes mortales como para aniquilar el mundo, literalmente.
Aunque muchos aún no se han dado cuenta, ha llegado nada menos que el momento para decidir a favor de un futuro para todos. Eso es demasiado importante para dejarlo en manos de la cúpula política estadunidense y, con algunas excepciones, la mundial. Es hora de obligarlos a dejar de jugar con el futuro del planeta en estas “horas más inciertas de la época”.
Paul Simon y Rhiannon Giddens. American Tune https://www.youtube.com/watch?v=IZTWSJFuuAY
Queen/David Bowie. Under Pressure.