Francisco Moreno Barrón, arzobispo de Tijuana, encabezó en Baja California la Jornada Nacional de Oración por La Paz, que llevó a cabo la Iglesia católica en todos sus templos del país y los unió en oración por los victimarios: sicarios, secuestradores, ladrones, homicidas “que han desaparecido o asesinado a sus propios hermanos mexicanos. Pedimos que Dios les muestre su rostro misericordioso y les dé la gracia de la conversión”, rogó, junto a una feligresía que lo acompañó levantando pañuelos blancos.
El jerarca religioso pidió por un cambio de vida para quienes se dedican a cometer delitos y recordó que este domingo concluyó la Jornada Nacional de Oración por La Paz en México que organizó el clero católico a raíz del asesinato de los dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas a manos del crimen organizado en la sierra de Chihuahua.
Dijo que en la jornada no se podía dejar fuera a los victimarios; sin embargo, también exigió a las autoridades que hagan su trabajo de combate a la inseguridad porque “hemos llegado a una situación extrema, y si no enderezamos el rumbo vamos a un desastre nacional”.
A los feligreses señaló: “A nosotros no nos toca condenar a esos hermanos (los victimarios), no nos toca gritarles, sino confiar en nuestras autoridades y pedirles que hagan su tarea en el combate a la delincuencia” dijo Moreno Barrón.
En Morelos, la Jornada de Oración por la Paz concluyó con una marcha de jóvenes en el municipio de Temixco. En la homilía, el obispo de la diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro, pidió por la conversión de los que causan dolor y sufrimiento; asimismo, deseó “un buen gobierno”.
“Hoy, específicamente, estamos pidiendo por la conversión de los victimarios, que se dejen tocar por Dios para cambiar de actitud. Oramos intensamente para que recuerden que también tienen mamás, hermanos, hermanas; además, pedimos a Dios un buen gobierno”, expresó el también secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Ante sus feligreses, preguntó a los delincuentes de qué les sirve pertenecer al crimen organizado, donde sólo causan dolor a miles de familias para obtener dinero fácil; además, “los pueden matar el día de mañana.
“¿De qué les sirve acumular tanta riquezas si no son ricos ante Dios y van a ser juzgados? Hay justicia. Dios es justicia y los va a juzgar. ¿Cuántas veces estos hermanos nuestros viven una horrenda soledad sin poder estar con su familia, sin poder vivir la belleza que ofrecen la vida y el amor?”, preguntó el obispo.