Ciudad de México. Una novela polisémica, prismática, laberíntica, así describe el periodista, cronista y escritor chileno-argentino Cristian Alarcón su trabajo literario El tercer paraíso, Premio Alfaguara 2022. “Una historia en la que la belleza y la estética de lo botánico es tan trascendente como la belleza de lo humano”.
El tercer paraíso, comentó el autor en charla con La Jornada, relata las vicisitudes y recuerdos de un escritor quien, en medio del confinamiento sanitario, que lo alejó del estrés citadino, la contaminación ambiental y todos los estímulos culturales que puede ofrecer la ciudad, se enfrenta a la necesidad de encontrarse a sí mismo y de criar a su hijo él solo.
Es un hombre que viaja a los lugares de su infancia, que recuerda a sus ancestros, sobre todo a su abuela campesina, quien cultivaba un jardín de dalias, gladiolas y margaritas en el sur de Chile, al tiempo que empieza a cultivar su propio jardín, “una especie de instalación botánica, actividad más experimental que de jardinero profesional”.
Esa tarea lo llevará a leer a Plinio el Viejo y sus primeros tratados sobre botánica, al filósofo y también botánico griego Teofrasto, al taxonomista sueco Carlos Linneo y al filósofo y jardinero francés Gilles Clément, creador del concepto de tercer paisaje: “el jardín con la mayor diversidad, donde la mano del hombre no entra”.
La comprensión de esos estudios dota al protagonista de una enorme sensibilidad que le permite reflexionar acerca de un futuro más allá de la incertidumbre a la que lo somete la pandemia.
Durante el relato se reconstruyen y recuerdan las vicisitudes de Alba, Nadia e Ivone, abuela, madre y hermana menor del protagonista. “El narrador cuenta las historias desde el desapego. No padece las heridas al contar la historia de una familia que ha sufrido demasiado, como todo clan proletario de origen campesino latinoamericano de los años 40 y 50”.
Esas tres mujeres “son las que dan cuenta de ese machismo finisecular latinoamericano que, en los sectores populares, además de la pobreza, vuelve más tortuosa la vida, una violencia vinculada sobre todo con el consumo de alcohol”.
Los personajes varones representan a “los hombres atrapados en la lógica del patriarcado, como el que tiene el poder de lo doméstico, cuando en realidad es la mujer la que sostiene esa domesticidad familiar. Son seres imposibilitados de experimentar con lo sensible”.
Parte también del entorno familiar del protagonista, son los amigos y amigas, como una “neofamilia”, que ofrece la posibilidad de nuevos vínculos afectivos a partir de compromisos más transparentes y espontáneos, en los que el amor no está determinado por la cuestión sanguínea, sino por la complicidad.
En esta historia, “el protagonista niño es el que recupera la idea de que la belleza y la estética de lo botánico es tan trascendente como la belleza de lo humano. Lo vegetal, lo animal y lo mineral sirven aquí de interlocutores, con lo que podemos enriquecer nuestra cotidianeidad urbana”.
El relato “implica la deconstrucción machista y binaria del protagonista, quien como un gay sensible y padre de un niño, con la pandemia reconoce todo lo que le falta por desandar y deconstruir, implica igual la presencia de un niño, quien narra muchas cosas de lo que ocurre en la familia, hasta el momento que aparece la dictadura en Chile, un niño ignorante de ser gay y al que intentan torcer su destino y su identidad, pero que seguirá su camino y al final construirá su tercer paraíso”, explicó el autor.
“Es una novela polisémica, que tiene muchas puertas y ventanas por las que el lector puede entrar, su estructura es prismática, es una narrativa laberíntica, no en la que el lector se pueda perder, sino un espacio en el que se aprecia lo íntimo y lo humano.”
La presentación de El tercer paraíso se realizó con una lectura performática a cargo de la actriz y cantante Morgana Love, la participación de Alejandro Zambra y el autor, el pasado 2 de junio, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, la cual se encuentra en la página de Facebook de Alfaguara México.