Quince años han transcurrido, y en ese periodo ninguno de los tres presidentes constitucionales, los cinco secretarios del Trabajo, ni los nueve de Gobernación movieron –ni lo han hecho– un dedo para resolver las tres huelgas mineras que estallaron simultáneamente el 30 de julio de 2007, todas en minas concesionadas a Grupo México, del tóxico barón Germán Larrea.
Tres lustros, y el conflicto sigue sin solución. Las obligadas negociaciones del caso brillan por su ausencia, porque tal parece que el gobierno de la república ha sido cómplice de Larrea (en el caso específico de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto) o de plano le tiene miedo al barón, pero lo cierto es que miles de mineros siguen en pie de lucha sin que autoridad alguna escuche sus exigencias, las cuales, dicho sea de paso, son totalmente justas.
El 30 de julio de 2007 La Jornada publicó que “el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana estalló este lunes tres huelgas simultáneas en las secciones 17, 65 y 201, pertenecientes al corporativo Grupo México, por las ‘constantes violaciones a los contratos colectivos y la falta de seguridad e higiene en sus minas y plantas. La ausencia de seguridad e higiene ha causado la muerte de 75 mineros, incluyendo los 65 fallecidos en Pasta de Conchos, y que haya ‘decenas de mutilados’; 3 mil trabajadores de esas secciones ubicadas en Guerrero, Sonora, y Zacatecas, decidieron colocar las banderas rojinegras hasta tener respuesta a sus demandas por parte del corporativo”.
El Grupo México, denunciaba el sindicato, “no quiere revisar el contrato colectivo de trabajo ni establecer medidas de seguridad, pero sí promueve despidos injustificados y envía grupos de choque para intimidar a los trabajadores, los cuales ya no pueden tolerar esa situación; desde hace más de un mes han requerido la intervención del titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano, para buscar solución al conflicto, sin que haya algún planteamiento del funcionario; la Secretaría del Trabajo está creando un ambiente para dividir nuevamente al sindicato” (por cierto, esas declaraciones las hizo Carlos Pavón, entonces secretario de asuntos políticos de dicho sindicato, quien fue el primero en chaquetear y fundar un sindicato blanco, tras cometer fraude y terminar en la cárcel).
Cuando estallaron las tres huelgas, en tiempos de Calderón, el palacio de Bucareli estaba ocupado por Francisco Ramírez Acuña; después llegaron en cascada Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez-Mont (abogado corporativo del propio Grupo México), Francisco Blake Mora y Alejandro Poiré, mientras en la Secretaría del Trabajo despachaba Javier Lozano Alarcón y más adelante Rosalinda Vélez Juárez. Todos operaron a favor de Grupo México. Lo que sí hicieron fue, en 2010, reprimir a los mineros de Cananea y desalojarlos violentamente, al tiempo que la empresa hizo una lista negra para que ninguno de los huelguistas pudiera emplearse en esa población.
Con Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chongo y Alfonso Navarrete Prida despacharon en Gobernación, mientras en Trabajo lo hicieron el propio Navarrete Prida y Roberto Campa Cifrián. Actuaron exactamente igual que los calderonistas.
Se esperaba que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a Palacio Nacional la situación sería otra y las tres huelgas se resolverían. No ha sido así. En Gobernación, Olga Sánchez Cordero y Adán Augusto López no hicieron lo pertinente, y en Trabajo Luisa María Alcalde, para variar, no ha movido un dedo.
Lo que sí ha hecho Andrés Manuel es instruir a la titular del Trabajo, en julio de 2019, y al de Gobernación, en enero de 2022, para que hicieran lo conducente e instalar una mesa de negociaciones entre las partes para resolver el ya añejo conflicto laboral. La primera no hizo absolutamente nada y el segundo comenzó muy bien, sólo para que poco a poco “olvidara” la instrucción presidencial, sin resultado alguno, amén de que el corporativo, sin más, dijo que no participaría.
En fin, hoy se cumplen 15 años del estallido de las tres huelgas y todo se mantiene como al principio. ¿Hasta cuándo?
Las rebanadas del pastel
Se calienta el tema del T-MEC: “si tener acceso a ese mercado nos implica ceder soberanía, no lo aceptamos. No vamos a entregar nuestra independencia a ningún gobierno extranjero. Aun cuando tengan muchos lambiscones vendepatrias que les aplauden en nuestro país, no tienen razón”, advierte López Obrador.