El fin de semana, la aparición de un bache obligó a cerrar una de las pistas de la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, lo cual ocasionó retrasos en decenas de vuelos, tanto de llegada como de salida. En respuesta, el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió el lunes con integrantes de su gabinete para analizar la situación y aseveró que la construcción presenta fallas estructurales. Ayer, el mandatario informó que un equipo de expertos del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México realizó un estudio preliminar, adelantó que no hay duda de que las obras estuvieron mal hechas, pues en algunas áreas “se levantó por completo la cimentación”, y sostuvo que se analizan dos opciones para evitar que se produzca un derrumbe y ocurran desgracias ante el hundimiento diferencial de las instalaciones: hacerla de nuevo, o apuntalarla y dejar a un gobierno futuro la toma de decisiones de fondo.
Los desperfectos en la terminal 2 y la posibilidad de que las autoridades se vean obligadas a cerrarla por tiempo indefinido refuerzan la urgencia de aprovechar a plenitud la capacidad del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Una noticia positiva en esta dirección es el anuncio de Aeroméxico respecto a que el próximo 15 de agosto pasará de operar tres destinos con 14 frecuencias a seis con 56 frecuencias en esa terminal, pero claramente estas cifras distan de lo necesario para terminar con la subutilización de la nueva terminal y descongestionar el AICM.
Hasta ahora, el principal obstáculo mencionado por usuarios para adoptar la nueva obra reside en el factor combinado de la lejanía y los problemas de conectividad, un aspecto que, a decir del coordinador general de Política y Gobierno de la Presidencia de la República, Rabindranath Salazar, debería quedar resuelto en el transcurso del próximo año con la extensión del tren suburbano. De acuerdo con el titular del Ejecutivo, cuando esté lista la conexión ferroviaria tomará 45 minutos llegar del centro de la capital al AIFA, y se trabaja también en la construcción o ampliación de infraestructura carretera que facilite los traslados.
A escala mundial se vive una crisis de servicios aeroportuarios que ha llevado a la cancelación o el retraso de miles de vuelos, sobre todo en Europa y Estados Unidos. Las principales razones que explican el desbarajuste se relacionan de uno u otro modo con la pandemia de covid-19: por una parte, el rápido aumento en el número de pasajeros una vez que los consumidores se sienten seguros para volver a viajar, por otra, el drástico recorte de personal que las compañías aéreas llevaron a cabo en los momentos más álgidos del confinamiento y las dificultades para volver a llenar las vacantes. En lo que toca a México, es evidente que hacer frente a estas dificultades requiere, entre otras medidas, operar el AIFA, lo cual no puede lograrse con la mera voluntad gubernamental, sino que precisa de la participación de aerolíneas y demás empresas involucradas.
Por último, de resultar cierta la existencia de fallas estructurales en la terminal 2 del aeropuerto Benito Juárez, será pertinente emprender investigaciones acerca de la manera en que se ejecutaron las obras iniciadas en el sexenio de Vicente Fox e inauguradas por su sucesor, Felipe Calderón. Si bien es prácticamente imposible ejercer cualquier acción legal por el tiempo transcurrido, la ciudadanía merece saber de cualquier manejo inadecuado de recursos públicos y conocer a los eventuales responsables.