Ciudad de México. La escritora y compositora Antonia Robles Aragón, autora de una poesía amorosa y una obra que dignificaba a personas desfavorecidas o víctimas de injusticia, falleció el 25 de julio a los 64 años, debido a complicaciones de una enfermedad que le fue diagnosticada en 2021, informó su hijo, Raúl Francisco Robles.
Janette Francisco, hija de la poeta, dijo a este diario que su madre sufrió un accidente gastrointestinal el domingo pasado y falleció la noche siguiente en el Instituto Nacional de Cancerología. “No murió de cáncer. Recibía un tratamiento por una deficiencia en las propiedades de la sangre”, explicó.
Antonia Robles Aragón, nacida en 1958 en Nachihuí, Sola de Vega, Oaxaca, escribió alrededor de una decena de títulos entre poesía y narrativa. En ella y en su trato personal era evidente su solidaridad, cariño, sencillez y generosidad. Era querida por muchas personas, dentro y fuera del ámbito literario.
Entrevistada por La Jornada con motivo del poemario para niños Un tren de doce vagones, ganador del más reciente Premio Nacional de Poesía Infantil Becky Rubinstein, Robles Aragón mostró su preocupación por la condición de los pequeños en la actual pandemia: “Han pasado desapercibidos; veo cómo sus rostros se han endurecido y nos ven de lejos como si hubiéramos dejado de amarlos o les hubiéramos prohibido amarnos”.
La también narradora destacó en noviembre pasado, cuando ya padecía la enfermedad: “Necesitamos volcar todo nuestro amor en los niños y ayudarlos a que vean el mundo de otra forma, que no todo es terrible, como a veces creemos; deben tener una concepción de futuro más clara y definida.
“Las composiciones están matizadas por las palabras más luminosas y hermosas que deseo compartir con el público infantil. Todos sabemos que ahora, más que nunca, los niños necesitan cantar, recitar la belleza de los grandes y pequeños detalles que conforman el universo.”
Antonia Robles Aragón es autora de poemarios como Luces en la penumbra, Lapislazúli-lejanías, Al filo del azul, Tiempo arriba, Puente de agua (2001), Al rubor de la flama y Húmeda luz. En 2011 publicó el libro de cuentos El clamor del olvido, en el que aborda la pobreza de personajes invisibilizados por la sociedad.
Fascinada por el gozo, Antonia Robles escribió Húmeda luz, un libro “donde puedo decirlo todo, donde puedo nombrar de una y mil maneras el símbolo fecundo. La poesía me otorga libertad para expresar, con lenguaje exuberante, el encuentro de dos cuerpos”.
Perteneció a la Sociedad de Autores y Compositores de Música y fue egresada de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México.
Janette Francisco mencionó que admiraba a su madre por su generosidad: “A ella no le importaba dónde o con quién estuviera y tenía ese ángel que hacía que los niños se acercaran a ella; les regalaba un juguete o cualquier cosa significativa que tuviera a la mano. Hacía collares, pulseras con colorines y se los regalaba. Amaba a los niños, esos seres que pueden ver el alma de las personas”.
Su marca, continuó, era la generosidad y el amor: “Daba sin mirar a quién. A un primo que tenía pesadillas le hizo un poema, que aparece en su primer libro, y con el que él sanó. Ella tenía esa intuición, esa percepción que podía plasmar en sus poemas para ayudar a las personas a sanar”.
Frágil y me solté
como una débil leve flor de jacaranda, pero miré mi altura desde el suelo y se elevó mi aura lila intenso: morado intrínseco que se aferra a su árbol por la lluvia que la hace resistente, perdurable.
En la magnificencia morada me sostengo y soy otra vez yo.
Nunca da tiempo, digo,
para arreglarlo todo y partir con la tranquilidad que te da el orden…
si pudiera llevar conmigo unas hojas de menta, de cedrón
(…)
A mis hermanos, todos, les he escrito una carta donde dice que nuestro abuelo Miguel fue hombre longevo, que se murió de viejo, que no toda la raza lleva el estigma de padecer martirio.
Que el gen del sufrimiento no lo llevamos todos en los huesos, que tan sólo unos cuántos padecemos eso que llega, así, tan de repente, sin decir agua va o agua viene.
De pronto se desboca como un río de sal eso que duele.
(…)
A todos mis hermanos les he escrito una carta donde les digo: dense tiempo para comer su postre favorito…
Antonia Robles Aragón, 24 de marzo de 2022