Nueva York. Por primera vez desde que fue expulsado por el electorado y salió en desgracia de la Casa Blanca el 20 de enero de 2021 sin participar en la toma de posesión de su sucesor, Donald Trump regresó ayer a Washington, en lo que se supone son parte de los preparativos para lanzar su campaña electoral presidencial de 2024 y presentarse como el retorno del conquistador, y no de un delincuente.
En su discurso ante la llamada Cumbre de la Agenda de América Primero –convocada por ex colaboradores de su gobierno– Trump, obsesionado por su inaguantable derrota electoral en 2020, atacó las “falsas” investigaciones en su contra y repitió su mentira de que ganó la elección de 2020
Dejó claro, sin anuncio explícito, su aparente intención de lanzarse de nuevo a la presidencia, y al abordar las investigaciones en torno a él, acusó que los legisladores del “establishment corrupto me quiere dañar para que no pueda regresar a trabajar para ustedes”, ante lo cual los aproximadamente 800 participantes –entre ellos legisladores republicanos como Ted Cruz y Lindsey Graham, así como ex funcionarios– corearon: “otros cuatro años” (en alusión al próximo periodo presidencial).
“Nunca se olviden de que todo lo que este establishment corrupto me está haciendo tiene todo que ver con preservar su poder y control sobre el pueblo estadunidense”, advirtió. Habló de un país en descomposición, y recetó más poder a la policía, acción penal severa contra migrantes, ampliar su muro fronterizo y la expulsión de los sin techo a las afueras de las ciudades. Advirtió que “nuestro país se está yendo al infierno…”, infiriendo que sólo él puede rescatarlo.
Pero la capital aún no ha superado las heridas del intento de golpe de Estado y otras maniobras para descarrilar el proceso democrático, y la primera vez en la historia en que se interrumpió el traslado pacífico del poder. El mismo martes (ayer) que llegó Trump, uno de sus fanáticos fue condenado a más de cinco años de prisión por atacar a tres policías del Capitolio durante el asalto a la sede legislativa el 6 de enero, uno de más de 850 que han sido procesado penalmente por atender la invitación del ex mandatario a subvertir la elección presidencial.
Trump está al centro de la investigación del comité selecto de la cámara baja que ha detallado en ocho audiencias públicas cómo el entonces mandatario intentó subvertir la elección culminando con convocar a fanáticos a tomar por asalto el Capitolio para frenar la certificación del voto electoral. En gran medida por la amplia documentación, múltiples testigos de la Casa Blanca y otra evidencia extensa presentada por el comité selecto, hay cada vez mayor presión sobre el Departamento de Justicia para anunciar el inicio de un proceso penal contra Trump.
El procurador general de la nación –y jefe del Departamento de Justicia–, Merrick Garland, subrayó la semana pasada, ante una serie de preguntas sobre si procederá o no en contra del ex mandatario, que “nadie está por encima de la ley” en este país y ayer aseguró que “promoverá la justicia sin temor o favor” al evaluar si presenta acusaciones formales.
Habrá rendición de cuentas
En entrevista con NBC News ayer, agregó: “tenemos la intención de hacer rendir cuentas a cualquiera que sea criminalmente responsable de los eventos del 6 de enero, o cualquier intento para interferir con el traslado legal del poder de una administración a otra”.
Por cierto, anoche, el Washington Post reportó que el Departamento de Justicia ya está investigando a Trump como parte de su indagatoria criminal más amplia sobre los esfuerzos para subvertir los resultados de la elección de 2020. Algunas de sus fuentes comentaron que el enfoque podría ser: conspiración sediciosa y posible fraude.
Vale recordar que en la historia del país, jamás un ex presidente ha sido acusado formalmente de un crimen.
Al mismo tiempo, Trump y sus cómplices enfrentan posibles cargos criminales en Georgia por sus intentos de revertir el resultado electoral presidencial en ese estado.
Steve Bannon, uno de sus principales cómplices, fue culpado de desacato criminal al Congreso el viernes pasado y está a la espera de una condena en prisión. Sin embargo, igual que su ex jefe, Bannon continúa rechazando las acusaciones y justificando sus acciones con la mentira repetida de que sus opositores son los delincuentes. “Vamos a destruir este régimen ilegítimo”, declaró el lunes.
Mientras, el control de Trump de su partido se ha deteriorado un poco, aunque gran mayoría de republicanos –pese a toda la evidencia de su intento de golpe de Estado y sus mentiras sobre la elección que se han difundido desde que dejó la Casa Blanca– aún cree que la elección no fue legítima y lo sigue apoyando.
Pero otros líderes, incluido su ex vicepresidente Mike Pence y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ya están compitiendo contra el ex presidente. Una encuesta reciente del New York Times registró que casi la mitad de votantes republicanos desean apoyar a alguien que no sea Trump.
Al mismo tiempo, continúan las advertencias sobre cómo el magnate y sus aliados siguen representando una amenaza para la democracia estadunidense, tema constante durante las audiencias sobre el intento de golpe de Estado. Por ejemplo, tres almirantes y tres generales, todos de cuatro estrellas retirados, publicaron un artículo de opinión en el New York Times la semana pasada, en el cual afirman que durante el ataque contra el Capitolio del 6 de enero, “el presidente y comandante en jefe Donald Trump abdicó de su deber de preservar, proteger y defender la Constitución”, y también puso en riesgo un fundamento de esta democracia, el control civil de las fuerzas armadas. Concluyeron que “la negligencia del presidente en el cumplimiento del deber… puso en peligro vidas estadunidenses y nuestra democracia”.
Algunos analistas indican que Trump podría lanzarse a la presidencia justo para evitar posibles consecuencias penales por sus intentos de subvertir el orden democrático del país.